A los que están frente a un lago
con hermosos cisnes y en fila,
sin saber nada en especial, buscan
un punto que les facilite mejor la
exposición, les cuento: el artista se cae
como cayeron también los dogmas que referenciaban
algún tipo de mausoleo. Se nota: el granito
es mucho menos querido, la gente corre, para,
elonga; busca las mejores entradas porque
se viene el recital de un sesentón
que persiste y paga suculentos precios.
Los chicos disfrutan de la mancha,
una pareja sin ninguna duda garcha detrás de
unos magníficos palos borrachos y una ardilla,
cosa increíble, se deja ver en la copa de una acacia
donde conviven unos loros barranqueros. Todos
se evadieron del zoológico. Son las siete de un
día de octubre, el sol se pone entre unas
torres altísimas y otro día se acaba. Lo demás
es historia y se encuentra en los libros.
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