Entró el lunes nuestro asistente nuevo y lo supe: es una persona que acá va a hacer carrera. Tiene toda la pasta, tiene esa certeza; sin duda se dice a sí mismo que está frente a una oportunidad que vale la pena. Antes lo hubiese despreciado pero hoy casi me arrodillé frente a su pasión. Verlo era un espectáculo; lo atraen todas las cosas de la oficina, las máquinas, los biblioratos, los cuadros. Cada objeto por simple que parezca lo convoca. Hasta disfruta acomodar las hojas en la impresora. Las calibra perfectamente y las pone como si fuese un arte. Eso fue determinante.
Conclusión: tiene pasión por el sistema. Sí, es prematuro lo sé, pero creo que este muchacho puede lograr lo que pocos logran, puede llegar a dirigir la máquina. Eso se lograr con una pasión inmensa y este muchacho la tiene. Se sabe tocado por la mano de Dios de una forma íntima. Sobre las siete de la tarde, cuando por fin me iba y él continuaba apostado en su lugar -como queriendo constituirse en parte del inventario- me lo repetí: no hay que olvidarse, son gente sabia los que reinan.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
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