jueves, 10 de noviembre de 2011
Un genio encantado
Tuve un sueño espectacular: estaba con Quique, mi profesor de historia de la secundaria en un Bagdad hermoso lleno de santa ritas, palmeras, noches cálidas y gente que iba y venía evidentemente de trampa. En una casa se veían, entre sombras, algunas mujeres; todas bailaban. Intrigados, entrábamos y pronto nos dábamos cuenta de que eran de mis compañeras de colegio. Las saludábamos, nos sentábamos en sillones como de living y Quique, mi profesor, sin decir agua va, le levantaba el vestido a una y le corría la bombacha y enseguida empezaba a chuparle la concha. Era Valeria Mancinelli, una chica alta y desgarbada. Yo enseguida percibía que iba a tener que seguir la misma senda pero cuando volvía a mirar a las chicas ¡ellas eran mis compañeros de colegio! A estos ni loco les chupo la pija, pensaba. Era evidente: por el lugar había un genio encantado...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Los pájaros saltaban
Esa misma tarde, cuando por fin llegaste, puse un antiguo tronco sobre las ramas secas de un arbusto y ardió todo estrepitosamente. Ningún...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
No hay comentarios:
Publicar un comentario