jueves, 29 de marzo de 2012

Floripondios


Iba con un amigo y Roger Federer en la cabina de un avión.
Lo piloteaba Roger que, a la hora de aterrizar, equivocaba
la maniobra y casi chocábamos contra un edificio. Después,
Roger volvía a realizar un medio círculo alrededor de la pista,
y otra vez en altura, mi amigo preguntaba: ¿no querés mejor
saltar en paracaídas? Y yo respondía: no está bien,
aguanto, Roger lo va a intentar de nuevo, y sonreía.

No hay comentarios:

Un silencio que ni los perros rompen

    Pediste ser escuchado por quien  permanece en un silencio  que ni los perros rompen.