El río arrastra hojas que viajan de manera espectacular.
Los chicos al fondo bajan la cuesta y el sol se esconde detrás.
Los pájaros responden a su instinto básico: de tanto en tanto
deciden cantar. En mi mente intento captar la hermosura
del momento. Es una manera de justificar mi
tiempo. Después, todavía con la misma meta
anoto lo que considero un poema; recién
entonces capto la precariedad de mis valores
y siento una vaga amargura
y una vaga liberación.
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