La suficiencia para
hablar
debería ser
desterrada
de todos nosotros
en la medida que el
alcance
de la palabra se limita
a una aproximación
(bastante torpe),
a un acontecer
que en su infinita
composición
guarda aspectos en su
mayoría incognoscibles
que resplandecen hacia lugares
que tampoco sabemos
dónde acaban
pero somos capaces
de imaginar.
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