La playa: un sol ardiente de enero
se desvanece en mi cabeza
en la medida que me tiro en el agua
y nado rumbo hacia una roca
cubierta de mejillones.
El sol: una playa radiante
capaz de trasladarte hacia la infancia.
Ahí se podía dormir sobre la arena
mucho tiempo empapado.
La roca cubierta de mejillones: un puesto
petrolero que enarbola su potencia.
El agua: un sueño que te permite ir
hacia la profundidad sin necesidad de respirar.
Mi cabeza: el lugar para acceder
a una realidad perfectamente falsa
que me impacta en el cuerpo.
Enero: un mes donde las mejores y peores cosas
suceden.
Tirarme al agua: un tiempo que me concedo
de una vez por todas, para desaparecer
de la faz de la tierra.
La tierra: el lugar donde ocurren
lo que narro.
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