Huir del ser romántico e ilustrado.
Huir por lo tanto de la escena acabada
que causa admiración a la platea.
Huir de la intimidación que causa lo perfecto
como símbolo de algo genial, y como resultado
de un producto acabado.
Huir -y esto es fundamental-
de la ansiedad por culminar el proceso
en un punto determinado. Y huir de la sensación
de agobio que producen las palomas alrededor
de uno en las plazas dado que es análoga a la sensación
que uno siente frente a esa cuestión del artista
como ser iluminado por dioses arbitrarios e indómitos.
miércoles, 1 de octubre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Un silencio que ni los perros rompen
Pediste ser escuchado por quien permanece en un silencio que ni los perros rompen.
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
Voy a una cena con mis compañeros de colegio primario. Primera vez que no siento la necesidad de imponer mis ideas. Me siento liviano, inclu...
No hay comentarios:
Publicar un comentario