No hay en la mente del pez
más que percepciones que lo
guían en un estado de permanente
contacto con el presente.
De ese modo se evita
las tribulaciones propias
del pasado y del incierto
futuro, y eso lo deja
en un estado en donde
el cuerpo va despejado
y nada tan bien relajado.
miércoles, 29 de octubre de 2014
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