La manera como circula la energía, y también las formas que determinan su mayor o menor intensidad, involucran "la medida de todas las cosas".
Esa medida implica un estado que, en sí, es más que nada dinámico debido a que la energía deviene del movimiento, del paso del tiempo en el espacio.
Comprender íntimamente el espacio-tiempo es útil para no abrazar certezas existenciales de todo tipo, incluso la idea de Dios, la más categórica porque es la más potente.
Y sin embargo, ir sin saber es interpretado por nosotros como falta de potencia.
Y esa cierta incapacidad nos exige a forzar respuestas, a buscar definiciones. Creemos que de ese modo se reafirma nuestro "Ser".
Pero ocurre lo contrario, nuestro "Ser" se expande en la medida que se une con la energía de todas las cosas, y en tanto comprende su fuerte pertenencia al espacio-tiempo que habita.
Un tiempo-espacio que puede llegar a estar en el propio cuerpo, en el mismo "Ser" de cada uno para volcarse íntegro y potenciarlo.
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