Quisiera hablar del arte y para eso a la vez olvidarme por completo de lo que es el arte. Es decir, de esa manera creo que llegaría al fin a no saber los que es un objetivo -llegar al arte en este caso-, y de una manera muy natural -haciendo lo que me late- llegaría a un punto que sería como un arte, pero no se llamaría así, y no tendría ninguna forma demasiado conocida, y no estaría apegada esa forma a un sistema determinado de coordenadas que te meten en un tipo especial de poder.
O más bien sí habría un poder, pero sería un poder que vendría a mí y nada más. Sería un poder de uso estrictamente personal. Como cuando mi amigo H. descubrimos que podíamos ir a ese lugar en bicicleta y volver en bicicleta antes de que caiga la noche. Y lo que hacíamos no estaba del todo bien, no era sano más bien (cosa que después supimos mejor porque entonces no teníamos mucha consciencia de eso). En realidad, a nosotros nos parecía grandioso eso que hacíamos, y felices lo hacíamos. Y así sería exactamente este tipo de arte del que hablo, una cosa fundamentalmente inconsciente destinada a salir de los lugares donde uno debería esforzarse por estar si aceptase lo que se entiende a esta altura por arte.
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