lunes, 31 de agosto de 2020

Campo intrigante

Vamos con mi hijo en bici al campo.

Las forma de las nubes se vuelven más inciertas 

en la medida que se juntan unas con otras.


Las razones de los vuelos de los chimangos 

hacia los grandes eucaliptos, al caer la tarde, 

siguen siendo un misterio. Del mismo modo 

que me intriga la fuerza guardiana 

de los teros durante la noche.


Como me intrigan la mayoría de las cosas 

que ocurren en torno al paso del tiempo, 

la muerte, la consumación de los encuentros

extraños que después, la verdad, 

nadie puede relatar bien.


Los sueños también. 

Los sueños son de lo más extraños. 

No está claro cuáles son 

las razones de la mente para hacerlos rodar.

Como no está claro 

cuáles son las funciones que nos empeñamos 

en desarrollar durante la vigilia 

cuando los pájaros alzan su voz. 

domingo, 30 de agosto de 2020

Una estrella más intensa

Vas otra vez al campo en bici sobre el filo del atardecer. Las cosas tienden a perderse en la oscuridad, y lo mismo los ruidos. Cuando todo está oscuro, te sentás entre la tierra y un poco de pasto al costado del camino con la bici a tus pies. Mirás la luna. Ves las nubes iluminadas. Al costado de la luna, una estrella parece más intensa que las demás. Más cercana incluso. O en realidad parece pintada en un decorado. El escenario es el del teatro Colón. Estás en paz. Nada se mueve, no se escucha más que unos teros a lo lejos, no hace frío. De pronto un auto se acerca y decidís que lo mejor es seguir camino. 

sábado, 29 de agosto de 2020

Las noticias

Voy con mi hijo como tantos días al campo en bici y en un determinado lugar nos echamos junto al camino boca arriba a ver los chimangos que pasan sobre el filo del día. Van hacia un grupo de eucaliptos que hay casi en el horizonte. Pasan de a muchos. No me puedo imaginar por qué vienen todos del mismo lugar, por qué no se dispersan más para trabajar en la zona. 

miércoles, 26 de agosto de 2020

Soñó que había canal

Soñó que había un canal y que en ese canal, en una balsa, tocadas por las ramas de unos sauces, se ponían unas chicas a cantar. Y soñó que de ese canto saldrían imágenes que lo colmarían de lindas sensaciones, y que después, ya en un castillo ubicado en un lugar  húmedo y neblinoso, con bandadas de palomas cruzando el cielo por detrás, las cosas tendrían a volverse quietas y silenciosas, y en ese estado sería aceptado por los que deben aceptarlo. Pasaría eso finalmente. Y así podría descansar en el medio de un jardín con rosales podados de una forma sumamente lograda. Y al día siguiente se pondría a trabajar en ese jardín y cerca de la noche lo prendería fuego y se iría a otro valle. 

jueves, 20 de agosto de 2020

Trabajar la piedra

Supuso que trabajar la piedra sería 

sumar beneficios insólitos y sorprendentes

y que los pájaros que alguna vez recalaron en ellas 

estarían representados por las formas que saldrían de lo duro.


Y supuso también que después 

esas formas se volverían las suyas.



martes, 18 de agosto de 2020

Los tesoros

Llegar a un final sin que eso 

sea algo parecido a un tesoro.


Y sin embargo los logros de este final 

relucen mucho más que cualquier punto 

en el centro del mejor espacio del mundo.


Esos logros te dejan en el medio 

de un desierto y ahí los pastos secos 

cruzan la tierra, y vos, bajo el cielo intenso, 

seguís viaje con la mirada.


Ya no hay que llegar a un punto. 

Ya no hay uvas en el plato.

Están, como dije, el desierto inmenso, 

el pasto viajando gracias al viento 

y el cielo ocultando lo demás.

lunes, 17 de agosto de 2020

Estado de situación

Los más interesante de la poesía

es descubrir que las cuestiones esenciales 

no tienen traducción y que uno, en realidad, 

apenas las puede entrever 

y en menor medida las puede decir.


Y lo otro es que la línea entre 

los hechos y los sentimientos es delgada 

y que para encontrar esa línea el observador 

debe trabajar bastante.



domingo, 16 de agosto de 2020

Vuelta al campo

Hoy volví al campo con mis hijos en bici.

Día frío con el sol ocultándose entre los eucaliptos.

A los costados, los mismos animales y la misma
basura esporádica, los mismos árboles sin hojas,
esos cuerpos que adoptan la forma de jóvenes oradores.

A la ida y a la vuelta la misma obsesión
por escuchar el silencio y no pensar en nada.

A la ida y a la vuelta, también 
la intención firme y cariñosa
de disfrutar de mis hijos.

Se puede disfrutar de los hijos
más de lo que ellos disfrutan de nosotros.

Aunque en verdad no estoy seguro de eso
como no estoy muy seguro de la mayoría 
de las cosas más o menos categóricas 
que se me ocurren.

Unos chimangos van hacia donde 
termina de irse el sol.
De eso no tengo dudas.

sábado, 15 de agosto de 2020

Eso es un arte

Te convertirse en alguien
que tiene que salir por el campo
e incluso en el campo cuidarse de mirar solamente el pasto
como si el pasto fuera el mar.

Todo ahora es distinto a cuando
ibas y venías por la ciudad.

Ahora también han quedado despejadas
dos o tres cosas.

Lo interesante de las frases
es su vacío.

O más claro:
decir que algo es, involucra la trampa
más frecuente donde uno pone los pies.

De hecho, decía, la mirada de la gente,
a la espera de poder cruzar por la senda peatonal,
es algo que revela mucho más
que las frases que esa persona elige al decir algo.

No tengo más cierta ansiedad
cuando espero en las esquinas
que el semáforo se ponga en rojo.

Puedo cruzar y entender mejor
sin poner esa idea en palabras.




viernes, 14 de agosto de 2020

Chimangos

Fui hoy con mi hija hasta la ruta, la cruzamos, vimos la parrilla donde estuve ayer con mi hijo, y después, apenas más adelante, vimos los galpones de las gallinas, los importantes, los que llamo mágicos. Le conté a mi hija acerca de mi interés por esos galpones, e incluso le hablé acerca de mi teoría sobre la belleza que abraza lo siniestro para potenciarse, y ella, como es lógico, no se conmovió ante tanto discurso.

Los galpones estaban apenas iluminados. El día, hasta entonces clarísimo, en los últimos minutos, terminaba sobre el final. Seguimos hasta que más adelante dimos con una bandada de chimangos; cruzaban el camino en lo alto. Iban en viaje hasta un lugar que podría situar en la puesta del sol pero no estoy seguro. Atrás vimos otra bandada, y atrás otra, y más atrás otra. Cientos de chimangos iban en una suerte de desfile hacia esa dirección.

Vimos eso en un silencio casi total. Después intentamos saber hasta dónde iban todos esos chimangos, y por supuesto no fuimos capaces de saberlo porque todos esos pájaros se disiparon en el horizonte uno tras otro. De modo que tomamos nuestras bicis casi en la oscuridad y llegamos a los galpones. Para entonces ya estaban iluminados en el interior. Y cuando estuvieron a nuestro costado, imaginamos a las gallinas en las jaulas, y seguimos, tranquilos, en la oscuridad.

martes, 11 de agosto de 2020

Un paseo en el campo

Hoy la cosa fue así: agarramos las bicis con mi hijo, fuimos hasta la ruta, la cruzamos, nos echamos en el pasto, vimos una parrilla donde paran mayormente camioneros, vimos mejor y notamos que estaba abierta, nos acercamos, pedimos unas aguas, después unos sandwiches, unos de carne, una buena carne hecha a la parrilla, comimos esos sandwiches en una pequeña mesa bajo el sol, pagamos y seguimos viaje en bici, pasamos por los galpones de las gallinas, los más alejados, los importantes, los grandes y más visibles, se los mostré a mi hijo, la puerta estaba abierta y se veía perfectamente: ahí estaban las pobres gallinas apiñadas en las jaulas, y entonces hablamos de lo inhumano que es tener a los animales como máquinas productivas, y hablamos del hecho de que todo el mundo está en un modo ultraproductivo en donde mandan los números, y después, ya al final del camino, con la alfalfa en los campos, ese verde genial en los costados, y unos cables de alta tensión que atraviesan esos campos hasta perderse en el horizonte, pájaros que pasaban alto por el cielo quién sabe a dónde, un viento fresco y vigoroso sobre un sol también fuerte, concluimos que hay muy poca gente capaz de hacer lo que nosotros estábamos haciendo de la manera que lo estábamos haciendo. Y luego pensamos mejor mejor todo, lo que nosotros somos y tenemos, lo que habíamos hecho para estar ahí, y otras cosas más específicas de nuestras historias, y concluimos que en verdad nadie lo podía hacer de la manera exacta que nosotros lo estábamos haciendo, y nos sentimos muy felices por eso.


lunes, 10 de agosto de 2020

Biografía

Un montón de cosas desperdigadas
en el jardín y por la casa.

La posibilidad de levantarse
cerca del amanecer en busca de la luz,
eso siempre parece pesar.

Vas detrás de algo muy deseado, de algo útil,
de lo necesario para seguir en esta
tierra tan grande y tan llena de mares.

Así más o menos ha sido tu vida.
Y así también son tus planes.

De ahora en más conviene entender las cosas.
En los embotellamientos de las autopistas, en las largas colas
de los grandes supermercados, y en lugares incluso peores,
siempre conviene saber cómo son.

Porque, según dicen, una vez que se sabe cómo son,
hay una forma de entender las tonalidades,
de distinguir las inflexiones en el canto de los pájaros,
los movimientos del día y cosas todavía 
más sutiles.

Y esa forma prodigiosa tendría que ver
con lo que hablamos tantas veces.

domingo, 9 de agosto de 2020

Por la mañana

Se levanta a la mañana
con la misma sensación tan conocida,
un malestar indefinido
que anida en él de chico y no sabe bien
a qué responde y mucho menos cómo
se puede solucionar y, por otro lado,
ahí están los pájaros saltando por lo más verde del pasto
involucrados en un mundo que se acomoda
a sus propias posibilidades.
Ellos, sin saberlo, le ofrecen que haga lo mismo.


viernes, 7 de agosto de 2020

Castillos de arena

Hoy volví en bici con mi hijo al campo.
Fue lindo, cuando caía la noche,
escucharlo preguntarme si no quería caminar.
Con las bicis a un costado, caminamos
hasta que la oscuridad fue total.

Luego subimos a las bicis, pedaleamos
y le pregunté por qué no leía libros.

Me dijo que como estaba era feliz,
que nadie de su edad leía un libro.
Solo un amigo al que llama William
leyó el principito pero a los ocho años.

Pensé entonces en los cambios, en las cosas
que construimos para que con el tiempo
se caigan y otras en su lugar se alcen.

Vi entonces los castillos de arena
que hacíamos 
mientras las olas avanzaban en la orilla.

jueves, 6 de agosto de 2020

Día

Noche ahora. Noche de calor y luna llena.
Noche de silencio también -agradezco eso-.
Una de la mañana y cinco minutos. 
Solo teros, cora rara, a lo lejos. 
No solían sentirse teros durante la noche, 
sí a los perros. Ahora eso ha cambiado.
También cambió el hecho de que esos pájaros negros
tan amigos míos
no vienen más en grupos de hasta cincuenta
a cantar al gran álamo carolino en el fondo.

Y sin embargo las cosas que cargo
por supuesto siguen como para justificar
que algún día no estar más acá 
también será un descanso.

Ayer compré una silla. La elegí porque desde
el momento que me senté en el negocio fui feliz.
Sobre el final me dieron una igual porque la que 
yo me senté era, me dijeron, de exhibición. Hoy volví al negocio
y me llevé la de exhibición. Soy ahora de nuevo un hombre
feliz, sentado, mientras les escribo a ustedes amigos.

lunes, 3 de agosto de 2020

Noche de paz

Noche roja y también noche negra,
feliz en la tempestad que venera.

El mar está igual.

Ese mar se daba el lujo de dormir para nosotros.
Debemos volver. Quiero estar en paz conmigo  
y después con vos.

Estabas al costado de la ruta.
La estación de servicio la veo intacta.
Los eucaliptos de siempre. 
Me gustan esos árboles,
lo digo siempre.

Quiero decir lo que sea preciso.
Quiero ver las manos de los 
que se mueven, esos a la espera.

No es necesario decir nada ahora.
No es necesario pensar en los peces.

Lo que hacen lo sabemos: 
nadan, nos miran detrás del vidrio
pareciera que se van a detener 
y siguen.


Noche quieta

Cinco y treinta de la mañana. Noche de calor en pleno invierno. Veo pasar autos de tanto en tanto por una calle que va hasta un parque industrial. El barrio, sus jardines, los árboles, todo está quieto y en silencio. Hay luna llena. Ayer jugué un poco el futbol con mi hijo y un amigo de la infancia y su hijo. Pienso en los años que han pasado y en cómo siento un cambio en tantos aspectos (en especial estos últimos dos o tres años).
Pienso también en cómo he progresado hacia lo que se puede definir como una mejor consciencia de mis limitaciones y de las limitaciones, sobre todo discursivas, del mundo entero. Pienso en una novela que escribía noches así, cuando me levantaba acelerado en el medio de la noche, y pienso en cómo pensaba tantas cosas esos días, acerca de montones de asuntos, que ahora no pienso.

Asuntos y cosas cambian en la cabeza de uno e incluso en el cuerpo. Tal vez la pretensión del arte, entre otras puntos -porque es de lo más pretencioso el arte-, es registrar esos asuntos y esas cosas para darles un sentido, si se puede decir, un poco más armado, algo que oculte en lo posible el hecho de que, en un plano más profundo, esos asuntos y esas cosas no tienen mucha consistencia emocional más allá de nosotros mismos. Estrellas, planetas, galaxias enteras, nacen y mueren con total indolencia.

Un pájaro canta. Fue apenas un trino. Se ha callado. Ese pájaro, se puede decir, es bastante adelantado -falta más de una hora para que amanezca-. Ahora todo volvió a estar silencioso y quieto. Ningún otro pájaro lo imitó y él, por lo visto, se replegó.

Supongo que si persiste este calor en la próximas noches se van a escuchar algunos grillos.

domingo, 2 de agosto de 2020

Vuelta al campo

Hoy volví al campo con mis hijos en bici.
Día frío con el sol ocultándose entre los eucaliptos.
A los costados, los mismos animales, la misma basura
esporádica, los mismos árboles sin hojas,
esos espinillos, esos cuerpos
que adoptan la forma de jóvenes oradores.
A la ida y a la vuelta la misma obsesión
por escuchar el silencio
y no pensar en nada.

A la ida y a la vuelta, también la intención firme y cariñosa
de disfrutar de mis hijos.
Se puede disfrutar más de los hijos
de lo que ellos disfrutan de nosotros,
pero no estoy seguro de eso
como no estoy muy seguro
de la mayoría de las cosas
más o menos categóricas que se me ocurren.

En la tierra helada

  Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...