martes, 31 de diciembre de 2019

Fuerza e intuición cerca de la fuente de Cibeles


La pequeña rama -casi negra ya- 

que lleva la corriente por la calle

al filo de una cuneta, me permite

llegar al silencio de los hielos 

que reciben otras ramas 

caídas desde los bosques.

 

Pasan los taxis, pocas personas caminan. 

El año nuevo se acerca. Vamos de la mano

entre a los edificios emblemáticos del centro

deteniéndonos en las fuentes 

que permanecen en funciones. 

 

El viento no se calma y la reunión 

de dos zorritos blancos 

en un cartel 

nos enternece.

 

 

lunes, 30 de diciembre de 2019

Ante el jardín de las delicias 2

Qué hay más allá de nuestros deseos y temores
tal vez no lo podamos responder nunca.

Un círculo fucsia rodeado de serpientes celestes
sobre un bosque quieto y expectante.

Para el pintor, un buen lugar
donde situar la vida.

Para nosotros -que queremos
reincidir en las flaquezas- un ideal más
destinado a ser considerado entre otros.


Resabios atávicos

En las afueras de un pueblo
en Castilla La Mancha,
al volver a nuestra mesa desde el mirador,
contemplamos unos cuervos que devoran
las sobras de nuestro almuerzo.

El panorama es frío y árido;
la fuerza del negro de los pájaros
sobre la tierra, adelante del cielo,
vuelven la escena -más si consideramos
que en mi tierra no se ven cuervos-
un espectáculo perturbador.

Como el sentido de las cosas está determinado
por inquietudes, cuesta dar con escenas
que nos acerquen a convicciones personales
más que a resabios atávicos.

Unos cuervos
que generan mundos presentidos
son entonces algo ominoso.

La fuerza de los pensamientos tiende a subirse
a mecanismos arbitrarios y falsos.
Supersticiones que quiero dejar de lado.

Luchas de poder se juegan en nosotros
para garantizar certezas útiles.

Precisamos tranquilidad, me digo,
y lucho contra la imagen de los cuervos
que permanece después de idos.

Sé que va a pasar. Sé que cuando frente a los peligros
advertimos que no hay certezas, en soledad,
quedamos en busca de un proceso
creativo que nos ayude.

Y la ayuda viene a cuenta gotas.

domingo, 29 de diciembre de 2019

Piña luminosa


El fragor de la lucha. Las manchas negras. La desilusión repetida en el silencio también. Más manchas, incluso blancas, en el cielo, en invierno, como nubes, a la espera de un desastre.

Los pinos en la plaza, al anochecer, cuando el sol es casi nada en el enero frío. Ellos mitigan ese declive.

Y las torres de piedra pulida, hermosa, casi blanca, sobre el mar, sobre las rocas, sobre la tremenda desilusión también que ha sido ver con los años que las cosas toman un curso voluptuoso y al mismo tiempo rudo. No parece que las cosas vayan a cambiar mucho, y la verdad es que no cambian. O en realidad, los cambios son exigibles para nosotros mismos, y digamos que nos cuesta afrontarlos. Lo medular de cierto paisaje infantil ha quedado tremendamente arraigado en nosotros, y no cede.

Y sin embargo, quedan los atisbos, momentos bien contados en que las velas permanecen encendidas para un soberano despliegue de lo dulce, de lo entrevisto, lo apenas perceptible.

Y a eso se reducen los días. A buscar eso. Los pinos calmos, altos, bellísimos mientras nos empeñamos en fabricar imágenes que desde los fondos generen una fuerte bondad en nosotros. Una más allá de los imperios pero servida por ellos. Ojalá lleguemos a eso porque estamos todavía con ganas de ir hacia esa piña luminosa.

sábado, 28 de diciembre de 2019

Ante el jardín de las delicias

¿Cómo calmar la voracidad 
de miles de jabalíes 
que tenemos hacinados
en un fondo barroso?


Estamos en el parque de un monasterio
inundado por migrantes que aguardan 
les asignen una parcela 
para trabajar.

Y los miramos.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Primero fue el sentido

Escucho la homilía del arzobispo
en la Catedral de Madrid 
para navidad

y todo es bastante imaginable 

hasta que explica
-citando a San Juan- 
que primero no fue el verbo.

Según dice, la mejor interpretación 
del término logos, es que "primero 
fue el sentido", y fue el sentido 
el que hizo carne en Jesús.

Dios lo ofreció a nosotros
para que redima el pecado original.
Moisés trajo la ley, Jesús el amor.

Por eso el sentido es el amor.
Me parece interesante el discurso.

Su tono de voz es convincente,
y lo mismo su pasión 
cercana a pinturas 
extrañamente abstractas y coloridas, 
junto con el sol de invierno 
colándose por los ventanales.

Estamos siempre
construyendo sentidos 
para nuestros días, y para eso 
nos valemos de discursos
ideados por otros 

y destinados a verificar 
un sentido que estaría más allá 
de nosotros mismos.

Pero no logramos tener una verdad
más allá de nuestras construcciones.

El discurso no llega a ser un hecho.
Lo intentamos pero 
no nos podemos mentir.

Hasta que, con los años, 
advertimos que los discursos esconden
algún tipo de artilugio
destinado a traficar poder. 

Un proceso útil para los intereses 
que construyen sistemas 
más grandes que nosotros.

Y así, con esfuerzo,
vemos que la verdad, 
está en nuestra manos.

Y nos miramos
sin saber qué hacer o pensar.

Y frente a ese vacío, 
además de angustia,
sentimos una alegría
que en su pequeñez vive,
crece lentamente, 
y espera.

Una víbora luminosa
que convocamos 
cuando estamos frágiles.






miércoles, 25 de diciembre de 2019

lunes, 23 de diciembre de 2019

Laguna negra

Noche, lo infantil de cada esbozo, lo tierno de una aproximación, una hondonada a los contornos de la luna. Una visión de su énfasis, en nosotros, y su voluntad de darnos algo.

Algo que en realidad la luna no tiene, luz contorneándose bajo perfiles de ranas que la miran a ella, bonita madre, entusiasmada con su fuerza y embelesada con su figura. Y las ranas a la vera del agua; en la negrura del agua, quietas, sobre esa negra laguna que brilla y libera un barro estupendo.

Está poblada esa laguna. Caracoles de otras eras se ven de vez en cuando. La admiran esas ranas atravesadas por cañas y calas. Esa laguna, preciosa también, miles de veces por ellas vista, muchas veces en los puntos, en los estupendos montes nevados y las palmeras sobreviviendo. Y también soñada en los márgenes de un paisaje estival que no se puede detener, que no puede aflojar, esa necesidad de parir miles y miles de bichos para que crezcan esas ranas.

Y por un instante, tampoco pueden ellas arbitrar las ganas tremendas de ser parte, bajo la luna, de muchos otros sueños.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Objeto Art Deco

Un pez que se cae de un florero
nos mira con una desesperación muda.

No tiene una expresión cierta en los ojos
aunque sí en la boca suficiente énfasis.

Los niños se vuelven a subir
a los emporios de madera.

Amamos lo construido
por los antiguos habitantes.

La mayoría vivieron en el hielo de la estepa.
Una estepa que nos continúa diciendo,
en su desnudez blanca,
que es bondadoso el invierno.



martes, 17 de diciembre de 2019

Una cobra en mí

Este proceso que cuento no ocurrió de un día para otro sino que fue un periplo, largo y penoso, hasta que un buen día, Dios alabado seas por todos los milenios, creador de la gracia que estaba en algún lado y yo, potente y fiel trabajador de la vida, y de seguro también, hombre afortunado por los designios divinos de astros que están a lo lejos, pude ser lo que deseaba ser.

Entonces, una energía diferente, alada, fresca, espontánea, genuina y dúctil, desestructurada y franca, vino a mí, tomó mi cuerpo y lo alineó literalmente. Ya mi lado izquierdo dejó de ser tan voluptuoso y despertó mucho más el derecho, y esa luz que, como dije, es tibia, adopta distintos colores según los momentos y días -a veces piedra turquesa, otras dorada, otras rubí-, la tuve en mí, y una cobra impetuosa se arrobó en esa energía, se alzó desde mi coxis a través de mi columna vertebral, mostró su cabeza, aguda, penetrante, mostró su lengua sagrada, negra e intrigante y, dispuesta ejercer la potencia que las circunstancias requieran, me alzó a mí también.

Y así pude ir por las calles, y la gente comenzó a verme y a querer estar conmigo. Y esto que cuento no es una alegoría, es literal.

Y yo temí que las flaquezas en algún momento volviesen, pero no volvieron en la forma que estaban antes. Y desde entonces agradezco.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Poemas en Nueva York. Al mediodía.

Aquí reposan las figuras
de una sutil conquista.

Sus relieves deben ser abordados
para que las palomas,
cerca del tacho de basura,
se arrimen al gato 
que está detrás,

a la espera de una mejor
y más dulce oportunidad.

Quisiera pintarlo 
de un modo infantil 
y a la vez tenue.

Como si fuera japonés
y si los almacenes desiertos
de mi infancia 
donde pasaba los domingos,
pudieran ser incluidos
en un sueño que puede ser manejado
a mi antojo, al punto que sería un buda
de las noche acechando 
a los transeúntes en los caminos.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Invierno alrededor

Hoy de nuevo quisimos dormir
en los brazos de nuestras abuelas
junto a sus perros intrigados y cariñosos.

Pero las torres ardiendo nos obligaron
a ir hacia el centro donde una conmemoración fantástica
promovía un entendimiento
que seguramente tenía que ver
con la fascinación que tienen los años que se han ido
sin que nosotros siquiera estuviéramos en ellos.


jueves, 12 de diciembre de 2019

Noche. Tormenta al fin.

Noche. Tormenta al fin. Duerme la tortuga en el balcón y la perra la mira. Día de sumo calor. Día en que intenté sacar lo más provechoso de mí. Estuve un rato en un bar con unos compañeros de trabajo; hablamos de cosas sin importancia, divertidas. Disfruté -después de no menos de veinte años- el trayecto de vuelta a mi casa como pocas veces. Miré la luz impactante en el río. Ayudé a mi hija con sus inquietudes existenciales; repasé con mi hijo su examen de mañana; con mi mujer hice algo amoroso.

Ahora el viento me pega en la cara. Tengo las ventanas abiertas y el aire, por fin más fresco, me baña literalmente. Lo escribo para recordármelo como una señal de algo importante en el futuro.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

El inicio del verano

Estamos por fin frente mar, entramos en su canto, tenemos ya su forma de ser, apreciada aceitosidad en el cuerpo, sí, por fin, nosotros, los que vamos detrás de las olas, detrás de los perfumes de las algas, nosotros, los que pisamos los montículos de arena que otros dejan, los que recordamos siempre las montañas rusas, esas que acá se magnifican, ruedan al punto que las máscaras africanas también se aceleran, y el conjunto que se presenta es la imagen total de Central Park prendiéndose fuego, ardiendo solo para enseñarnos que no hay un lugar tibio, libre y sagrado, ni una pecera que no tenga sus bordes cubiertos de una pátina de mugre y alfalfa, la misma que vimos de chicos y ahora volvemos a tener, secándose, ardua, en las manos.

En el cuadro, un pájaro negro, del que desconocemos el nombre, nos mira.

Por suerte hay una virgen estampada en nuestro corazón y esa virgen -señora inmaculada fuente de todas las fuentes- nos sostiene hasta permitirnos olvidarnos de que no nos podemos afeitar porque no encontramos los utensilios necesarios.

Todo va a pasar, nos decimos. Y es cierto, todo pasa. El telón, después de escuchar mucho tiempo hablar sobre el escenario, baja.

Vida genial

Tal vez si todos hubiésemos nacido
en un hogar feliz y nuestra mente 
fuese brillante e inusual,
seríamos todos unos genios alados
e iríamos por el mundo
tomándolo todo y recibiéndolo todo,
y en esos fantásticos momentos
sabríamos cosas tristes y bajísimas
que ahora no sabemos.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Estaba en Venecia

Las siete en punto.
Una mujer apurada llega a una escuela
a la que acompaña una iglesia inusualmente estoica.
Amanece. Supongo que es una maestra.
El día nublado y de un silencio completo.
Las formas en mi mente, emergen tensas.

Mis historias, por fin lo veo con claridad,
flotan adheridas a las de mi padres.

Y las de mis padres adheridas a las de los suyos.
Y así. O tal vez mis propias vivencias,
mezcladas con las de mis padres,
y la forma como vivo sus puntos,
es lo que cala hondo en mí.

En todo caso, las vivencias son muchas
y extrañamente complejas.

Veo un pequeño cementerio en ese punto.
Y uno está arriba, a veces abajo,
sumergido en la necesidad de otorgar
un sentido, una vocación, algo que los defina
para que los días queden entendidos, justificados,
libres de mezclas, y así de impurezas.

Y tengan un sentido inmenso,
grande, libre y por fin redimido
en una fabulosa consagración
que nos hará subir a los cielos,
a donde subió quien después fue adorado
y en nombre de quien se hicieron
todos los hilos del mundo.

Miro el canal y supongo que también
ahí, ajenos y mudos, nadan unos peces.
¿Más tristes o más felices que uno?
Las categorías que mi mente
se empeña en rescatar
para ordenar las piezas.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Un silencio capaz

Un silencio capaz de hablar sobre la máxima relajación
en un estanque en donde unos peces se rozan con otros.

Es indudable que lo están haciendo exclusivamente para nosotros
que desde la orilla los vemos con suma delectación
mientras por todos lados montones de animales
también se exaltan en sus lugares.

martes, 3 de diciembre de 2019

Otro paseo por año nuevo en Urban street, Auckland


*
Veo torres expectantes dispuestas a prenderse fuego en sus cúpulas. Quieren volver a un paisaje lleno de pantanos helados. Una escena gris y ventosa. Pájaros graznan alrededor nuestro. El fuego está creciendo.

Esos pájaros están alarmados. Queríamos un espectáculo y aquí lo tenemos. Una obra grandiosa, potente y capaz de posicionarnos a nosotros, los pequeños y presuntuosos.


*
Ahora solo nos queda ir por la cansada manera de encarar los años. Seguir sus pasos y entresijos. Amarrados; somos los que quieren lograr algo. Un callejón que se vanagloria de tener siempre el mismo caudal de objetos.


*
Veo ese mismo esquema en los mendigos, así como están, echados en las veredas. Se sientan bajo las luces a lo largo de las calles; miran pasar los taxis. Reposan cerca de la gente, se aproximan a un punto de celebración. Buscan una paz duradera, ahora que la música, de un modo suavemente inusual, nos promueve.

*
Vamos por una avenida vibrante por los festejos de año nuevo. Si nos ven, nos notan.

Estos fuegos felices que irán menguando. Y arriba, las estrellas, estrellas que permanecen brutalmente poderosas. Lejanas y grandes, y que también mueren.

Supongo que mirarán una fuerza superior, una mansedumbre creadora y más exaltada que estos festejos.

*
Espero después de estos días superarme con la mirada. Pero no sé cómo se hace eso. Cualquier cosa que se amplíe a nuestro alrededor sin embargo me alcanza.

*
Creo en la medida de lo que dejamos atrás pero no puedo creer en nada que no haya conocido al menos en mi mente.


*
Aquí tenemos el muelle. Esta noche la luna parece más baja, sensible y de un blanco transparente.


*
En la profundidad, las dinámicas más elementales, erigidas para defender nuestras parcelas, buscan cierta plasticidad, y lo vuelven a intentar, sin éxito, risueñas, inalcanzables, calmas.



En la tierra helada

  Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...