En mi sueño, primero iba por un bosque
de pinos hasta que encontraba un claro
que se volvía más y más un campo abierto
que me agradaba, y así, después, caminando,
descubría entre unos pastizales el cadáver
de una vaca, me detenía a mirarla
y de pronto, detrás del montón de carne podrida,
saltaba una liebre y rápido se iba
corriendo por la planicie.
Yo la seguía al trote hasta la orilla de un lago,
pero la perdía de vista y jadeando en la orilla
descubría que los bordes de un iceberg flotaban
sobre lo turquesa y calmo del agua.
Pero no podía dejar de buscar a esa liebre.
La había seguido hasta la orilla de un lago
inmenso y no estaba por ningún lado…
Solo la luna estaba detrás.
Un luna cuarto creciente.