miércoles, 31 de enero de 2024

La rueda

 Llegas a tu casa para cenar solo con tu hija 

y en la charla te das cuenta de que los circuitos de su cabeza 

son muy parecidos a los tuyos, y que las recetas que le ofreces 

para solucionar sus angustias son inservibles porque solo el peregrinar 

por ese tipo de rueda durante decenas de años la va a dejar algún día 

en el prado donde se ve con claridad cómo gira la rueda.

domingo, 28 de enero de 2024

El fin de una era

 

Para mí ese árbol significó el fin de una era; lo supe ni bien lo vi tirado. Pero en ese entonces, como si todavía fuese posible, buscábamos recuperar la tensión de los bailes adolescentes. Esperábamos volver a esas cuadras del otro lado del parque tantas veces recorridas de la mano. De alguna forma, confiábamos en sentirnos de nuevo felices en los bordes de la fuente rebosante de agua, bajo las luces, en lo húmedo de la calle. Lloviznaba la noche que se cayó el roble. Sin embargo, unos chicos, los hijos de algún vecino, incluso bajo la lluvia, con el mismo entusiasmo, seguían jugando.

 

 

sábado, 27 de enero de 2024

Troncos de un gris oscuro

 

Esas noches del fin de un verano, en las caminatas cerca del río, hablábamos de evadirnos por el campo. Lo crucial sería pintar lejos de las rutas, dijiste, ir donde no se escucha un motor por nada del mundo. Tus palabras entonces me recordaron un sueño. En una estepa helada galopaba con unos caballeros medievales, iba compenetrado con seguir hasta llegar a un bosque que, en vez de tener árboles verdaderos, tenía troncos de un gris oscuro. Parte de un decorado que había visto en una obra de teatro. En ese bosque se había guarecido un ejército enemigo. Así caía en la cuenta de que todo lo que me parecía real era la representación de una historia épica, y mi papel en la obra era ser un soldado que durante esa cabalgata cae herido mortalmente por una flecha del enemigo. Y por sobre todo, ese papel tan insignificante me generaba una angustia inmensa….

 

viernes, 26 de enero de 2024

Los intentos de los chicos por besar a las chicas


Una escena que me llevó a otra casa enfrente a una playa que conocimos muchos años antes. Una casa donde, siendo adolescentes, con otra perra de nombre Rita, subíamos las escaleras y nos apoyábamos en las barandas de una terraza. Ahí mismo donde una rama de un tilo casi nos tocaba. Para entonces, estábamos expectantes por ver a tus primos gemelos con sus amigas en la galería. Nos divertía verlos bailar frenéticos sobre baldosas negras y blancas mientras, apoyados en la baranda, buscábamos la forma de rozarnos —en teoría por un descuido nada más—. Cada tanto también señalábamos los intentos de los chicos por besar a las chicas. 

 

miércoles, 24 de enero de 2024

Lo oscuro de la noche

 

Por entonces, también había empezado a pintar la serie inspirada en el día de los muertos. Fue sin duda después de que volvimos de México. Me fascinaba entonces usar la proximidad inquietante del negro junto a los fuegos artificiales. Un cuadro así, decía, exige aprovechar cada oportunidad para captar la luz. Por eso ciertos grises se volverían celestes hasta adentrarse en el negro. Lo oscuro de la noche. 

martes, 23 de enero de 2024

En esa época

En esa época, avanzaba el otoño. Los días se acortaban y de los árboles caían unas hojas amarillas, con tonos cada vez más opacos, que después viajaban por la calle. Muchas veces las veía mientras tomábamos un café en un lugar cuyo nombre, por más intentos que hago, no puedo recordar. A sus mesas, con buen criterio, alguien las había puesto considerando la forma de la esquina. Así cada cliente podía ver pasar el tren y disfrutar de los árboles en la plaza detrás. 

 

domingo, 21 de enero de 2024

Ese sueño

 

Ese sueño por entonces me hizo creer que comenzaba un nuevo ciclo en mi vida, y tal vez por entonces me puse a buscar símbolos y mensajes para enriquecer mi tristeza. Quería encontrar diferentes símbolos en diferentes lados. Es que cuando se vive pendiente de uno mismo: es común creerse parte de una gran novela o de un cuento. Y también es común ignorar que la vida puede sujetarse a cualquier tipo de discurso, pero su esencia es incapaz de ser traducida. Solo se trata de una serie de hechos en el espacio y en el tiempo. Hay un nacimiento y una muerte y lo que pasa en el medio es una historia que tiene importancia para quien la vive y muy pocos más.

 

 

sábado, 20 de enero de 2024

Venecia sobre el fin

Venecia tiene muchos lugares hasta que por fin uno llega a su último canal y enfrenta el hecho de que más allá hay un mar y después están los alpes. Pero más cerca está el aeropuerto, las vías del tren y ciertas fábricas que tienen chimeneas funcionando. Y sin embargo, la emoción sobrevive. Eso me gustaría decirle a una joven que con el uniforme de la municipalidad barre las pinochas de unos pinos -los únicos árboles que he visto por acá-. Me pregunto qué pensará de este paisaje, de su trabajo y del espacio y el tiempo en general. Me gustaría mucho escuchar a la gente hablar de sus ideas del espacio tiempo después de preguntarle cómo son sus días... 

jueves, 18 de enero de 2024

Creo que podría llamar

Otro día amanece lluvioso en Bérgamo.

En un bar contiguo a mi departamento, 

en el centro alto, observo a los habituales 

interactuar con los empleados del lugar. 

Actúan con el margen de confianza propio 

del que consagra su vida en este espacio.

Pienso una vez más en el mío y en la continua 

búsqueda de lugares donde sentir cierto amor. 

Lugares donde además atender a los deseos más íntimos. 

La eterna lucha entre uno y los otros, 

se podría llamar la película porque está 

el tema del "conflicto de los deseos".

En el set actúan muchos personas: 

lo que fuimos, nuestros padres,

y otros actores importantes dedicados

a conformar lo que uno estima 

que es y que podría ser.

También una película con montones de espacios

que podrían abrirse a otros paisajes, supongo.

Entonces una joven moza me pregunta 

si todo está bien y sonriente le digo que sí.

 

miércoles, 17 de enero de 2024

Amanece en Milán

Amanece en Milán. 

Abajo, en la vereda, camionetas amarillas 

con empleados vestidos con camperas 

amarillas acomodando unas cajas. 

Hay hielo en los autos, un par de personas, 

con las manos en los bolsillos, esperan 

a alguien moviendo cada tanto las piernas. 

A lo lejos, un edificio alto con un cártel de publicidad 

todavía iluminado. Imagino que esto es 

lo que vería cada mañana si viviese aquí 

y pienso en las cosas que veo en casa cuando despierto: 

los camiones cuando llegan a un supermercado a media cuadra, 

los paseadores de perros, gente caminando desde 

la estación de trenes... El balcón donde tantas veces 

pienso que hay otras vidas y otros lugares 

que ahora brillan en las camionetas amarillas 

cubiertas de un hielo 

que el sol pronto va a derretir.

lunes, 15 de enero de 2024

Caras chinas

 

Llegué a una foto de un cuadro que habías pintado ese verano, un lienzo de 120 cm por 100 de ancho, que muestra la luna sobre el agua. En el interior de la luna se ven unas parcelas de campo marcadas. Habías buscado cierta plasticidad en la luna y lo habías logrado gracias a esas líneas que entre sí armaban caras redondeadas, risueñas, inalcanzables, calmas. Caras chinas las llamabas. Un efecto encantador y también extraño.

Bolsas de compras

Voy a un parque. Sigo en Milán. 

La gente y la ciudad parecen en paz.

Es domingo y muchos van y vienen

con bolsas de compras. Me parece 

que vivir en la superficie es posible,

que está bien y que podría hacerlo.

Algunas personas pasean sus perros

alrededor mío. Estoy en un banco 

contemplando unos árboles. 

Después cruzo a un museo donde 

soy rechazado porque la persona a cargo 

de los cobros ya se ha ido a su casa,

según me explica una señora con firmeza. 

Parte de un mundo superficial 

que me permite evitar el peso 

de la cultura y esas cosas 

que son tan hermosas pero que tienden

a una espesura que a veces te entierra. 

domingo, 14 de enero de 2024

Dios en mi cabeza

 

Me levanto en el medio de la noche.

Estoy en Milán. Llegué durante la tarde.

Afuera está helando. Me pongo entonces 

a ver la capa de hielo en los autos.

Afuera no se escucha a nadie.

Solo el vecino de arriba está despierto.

Por desgracia, tiene la tele encendida.

Busco un aparato que debiera tirar aire caliente

para calentarme, pero solo tira aire frío. 

Pienso entonces que este Luca que me alquiló

el lugar es una rata y lo veo perfectamente 

como una rata. Voy entonces a sentarme 

a un sillón y como tantas veces intento 

concentrarme solo en lo que veo 

y a esperar si se presenta Dios. 


Y Dios no me habla 

más que a través de mi cabeza 

que me repite como otras noches

que todo depende de mí.


sábado, 13 de enero de 2024

Carpas japonesas

 

Como sea, en el cuadro duermo con unos diez años en una cama que está ubicada en un bosque el medio de un claro. Y a mi costado derecho, en la copa de un cedro azul, se ven otros dos ángeles. Y detrás, casi en el mismo tono, está el cielo pintado de un gris claro. Es extraño: recién cuando recordé el día que vimos llegar a la mujer a la escuela sobre el canal, se presentaron en mi cabeza unos peces, y esos peces me llevaron al día que en las afueras de la ciudad vimos en un estanque unas carpas japonesas nadando cerca de la orilla. Estábamos los dos con los pies en el agua y las carpas cerca de nosotros apenas se rozaban. 

viernes, 12 de enero de 2024

Un nacimiento y una muerte

 

Ese sueño por entonces me hizo creer que comenzaba un nuevo ciclo en mi vida, y tal vez por entonces me puse a buscar símbolos y mensajes para enriquecer mi tristeza. Quería encontrar diferentes símbolos en diferentes lados. Por vivir pendiente de mí mismo, me creía parte de una gran novela. En casos así, es común ignorar que la vida puede sujetarse a cualquier tipo de discurso, pero su esencia es incapaz de ser traducida, porque solo hay una serie de hechos en el espacio y en el tiempo. Un nacimiento y una muerte, y lo que pasa en el medio es una historia que tiene real importancia para quien la vive y pocos más.

 

jueves, 11 de enero de 2024

El perfume del bosque

 

Aún el día no se había ido del todo. No se veía a nadie en los jardines que rodeaban al edificio. Ya no llovía. De la nada pensé que los árboles y cada planta, cada objeto con su sola presencia, era una obra de arte. Disfrutaba de una paz soñada. Así que por un instante traté de escuchar los trinos de los zorzales cuando se afinan. Algunos andaban debajo de unos ligustros. Los conté bien: eran dos; saltaban de una rama a otra, y enseguida de un árbol a otro, rescatando el perfume del bosque minutos después de la tormenta.

miércoles, 10 de enero de 2024

El vecino Ervasi

 

Ahora son las cinco y veinte de la tarde y acabo de caer en la cuenta de que llovizna desde temprano en este barrio remoto de la ciudad. El lugar donde intento sin éxito progresar. También recién, por más extraño que parezca, escuché a lo lejos el canto de un gallo. Gracias a ese canto acabo de recordar que en ese tiempo, cuando no teníamos más de veinte años, en la quinta de mi abuelo, había un gallo de un vecino de apellido Ervasi que, cuando estábamos sentados en la galería, se paraba enfrente nuestro, nos miraba fijo unos instantes y se iba. Nunca supe si era una bravuconada o qué. 

martes, 9 de enero de 2024

Y el cartel decía

 

Después de haber pintado ese cuadro tuvo que pasar un tiempo hasta que pudimos terminar otro juntos. Si mal no recuerdo, tuvo que pasar el otoño y parte del invierno, hasta que una tarde terminamos un cuadro que vendimos a buen precio. Un lienzo con un pez que mira al espectador sin una expresión cierta en los ojos —aunque en la boca se nota cierta tensión porque el pez está a punto de morder el anzuelo-. Y debajo se ven unos niños subiendo a unos caballos de madera. El piso, de tierra, tiene partes nevadas y en el costado derecho hay un cartel con letras negras con fondo rosado. El cartel dice: “Se aproxima el fin del invierno.” 

lunes, 8 de enero de 2024

El día no se había ido del todo

 

El día no se había ido del todo. No se veía a nadie en los jardines que rodeaban al edificio. Había dejado de llover y no sé por qué de pronto pensé que los árboles y cada planta, cada objeto por su sola presencia, era una obra de arte. Al fin de cuentas, lo que tanto disfrutaba era una paz soñada. Así que por un instante traté de escuchar los trinos de los zorzales cuando se afinan. Dos de ellos andaban debajo de unos ligustros. Los conté bien: sí, eran dos; saltaban de una rama a otra, de un árbol a otro. Me pareció que rescatando el perfume del bosque minutos después de la tormenta.

 

domingo, 7 de enero de 2024

Antes de nuestro viaje

Antes de nuestro viaje a Italia, dos años si recuerdo bien, un verano fuimos a unas playas que tenían tortugas marinas. En especial, en una isla donde fuimos en una excursión especial por un día. Hoy mismo, entre páginas de dibujos y anotaciones prácticas y teóricas de la beca, encontré algo escrito que me interesa: “Maravillados por los árboles y los pájaros exóticos, llegamos a una playa de la islas para ver cómo unas tortugas marinas desovaban. En un codo de una bahía, escondidos entre unas rocas de un tamaño impresionante, vimos cómo las tortugas, una vez que desovaron, fueron por la arena con el objetivo de llegar al agua. Pero cuando dieron unos pocos pasos varios albatros se lanzaron desde el cielo y solo unas pocas llegaron a pasar la rompiente para perderse en la distancia... 

El espectáculo lo vimos desde lo alto de una roca de la que después nos costó bajarnos.

Espero que la memoria de esta masacre algún día deje de ser un hecho relevante, dijiste, tengo anotado. 

Y agregaste: Me acordé de un antiguo profesor de historia del arte que una vez contó que los antiguos buscaban dibujar esferas porque ellas son el primer símbolo sagrado… 

Y atenta al suelo: Me gusta mirar cuando una gota permanece en la superficie de la arena unos segundos y al ser liquidada por el sol deja un círculo por un rato. 

Todo un registro de una época. Pero por desgracia no tengo más anotado.

 

 

 

sábado, 6 de enero de 2024

La armería

 

En casa había una cantidad impresionante de armas. Muchas de mi padre y otras de mi abuelo, y con el tiempo estuvieron las mías. Y también mis tíos dejaron alguna que otra escopeta en una pieza que antiguamente ocupaba un peón y en cierto momento alguien comenzó a llamar “la armería”. 

 

viernes, 5 de enero de 2024

Porto 31 de diciembre 2023

Amanezco después de una noche con gripe. En la mitad de la noche no pude dormir por los ruidos de unos  jóvenes que hablaban cerca en algún lado. No hablaban demasiado alto, pero mi oído es muy atento. Mi cuerpo entero lo es. Debo agradecer eso y no sufrir tanto. 

Caminata hasta la Catedral de Porto -que está cerrada-. Está en un lugar alto. Las vistas de la ciudad, de sus casas mayormente, de su río, ayudan a valorar el sitio. Un guía a un costado, en inglés, con acento muy tosco, explica que más abajo estaba el barrio judío. Veo un candelabro gigante en el medio de la plaza seca que me resulta excepcional. Es en piedra. Bajamos. Una señora de edad, bajita y de pelo muy corto, baila en esos pasillos que ofician de calles y bajan. Otra saluda desde una ventana. Un tipo de alegría muy similar a la brasileña. Ahora entiendo mejor. Hay muchas plantas a los costados en las salidas de cada casa. 

Por fin cruzamos el puente y más fotos ante vistas vistosas. Almuerzo en el Yeatman Hotel. Para llegar tomamos el pulso de las calles de Porto y sobre todo espacios más residenciales, mezclados con industrias abandonadas. El hotel está muy bien situado. Tiene una decoración cercana al siglo XIX que pretende un refinamiento que no termina de lograr (porque el hotel ciertamente no es antiguo). Hay un hombre, en la mesa contigua a nosotros, que parece interpretar el rol de un crítico gastronómico. Anota con una pluma en una cuaderno sin renglones sus impresiones mientras alza la copa de un vino. Después, recibe un arroz en una paellera y come con lentitud pendiente de una puerta a su derecha que un empleado del hotel no ha terminado de cerrar bien. Me resulta algo patético ese hombre; su performance afectada...

Vuelta a la vera del río y por fin, después de cruzar de nuevo el puente, una ardua subida con mi familia y una familia mejicana. Vamos de vuelta a nuestra casa momentánea.

jueves, 4 de enero de 2024

Primera noche

Primera noche. Los efectos del cambio horario no ayudan. Paso varias horas reflexionando en la oscuridad. Pensamientos vinculados a distintos miedos. Un clásico, y más cuando la carga del año se intensifica por la llegada de un final. 

Arranca la jornada. Desayuno en un bar vidriado del hotel que da unos jardines con cedros muy altos. La famosa muralla de Ávila está a nuestra izquierda. Vamos a la catedral. Sin duda impresiona. Pero cuando le pregunto a una señorita de la entrada cuándo le podría sacar fotos a dos retablos que están en una capilla bajo llave reservada al "culto", su absurda respuesta -para eso necesita un permiso del "obispado"- me lleva a toda la pesadez de la santa iglesia. A todo ese monumental sistema de opresión fundado en nombre del amor. Lo macabras que son las iglesia más atractivas creo que agrega mucho a esto último que digo.

Después de un ligero almuerzo vamos a dormir los cuatro la siesta. Y para las cinco por fin volvemos al ruedo. Entonces nos damos con la noticia que es tarde para ir a la parte más extensa de la muralla. Debemos contentarnos con subir a pasear por la más corta. De todas maneras las vistas valen. El sol cae entre unos nubes en unos cerros al final. La árida tierra de Castilla. El lugar desde donde nació la conquista, lo duro que uno todavía palpa en muchos de sus habitantes.

miércoles, 3 de enero de 2024

Como hacen los mares

 

Es más, ahora que hago memoria, en ese sueño reiterado hubo una noche que apareció un hombre con el aspecto del ermitaño del tarot marsellés. Entró por la puerta de mi cuarto, yo estaba en mi cama, y me dijo: “Eso que hacen los Santos, el brindarse tanto al otro, es también ejercer un poder como hacen los ríos, los mares y los lagos…”  Asentí, y el hombre siguió su camino ayudándose con un palo. 

 

lunes, 1 de enero de 2024

Doce deseos para el 2024

Feliz 2024.


Tranquilidad. Paz. Pido Señor de las Alturas 

que reinas en todos los confines de lo infinito 

y por lo tanto eres capaz de hacer que una ola 

con suavidad nos eleve apenas del piso de arena;

un zorzal llegue a nuestra ventana y cante 

para darle su gloria a pájaros más pequeños;

un grillo entre en nuestro balcón y encuentre 

su hogar en plantas exóticas y exhuberantes;

y un hombre durmiendo en las calle tenga un sueño 

que lo lleve a una playa donde lo sorprenda 

el aroma a pasto recién cortado. 



En la tierra helada

  Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...