domingo, 31 de marzo de 2024

El camino

 

 

 

Te gustaría ir de nuevo 

por el camino que se interna 

en el bosque y desaparece

para recorrer el bosque 

y seguir hasta el mar

horas y horas.

 

 

sábado, 30 de marzo de 2024

Una señal

 

 

 

Al despertar, para serenarte, 

cerraste los ojos. Esperabas 

una señal, pero no había 

nada en la oscuridad.

 

Esa luz tan deseada nunca llegó.

 

 

 

jueves, 28 de marzo de 2024

miércoles, 27 de marzo de 2024

El sol detrás ocultándose

  

Había también un ulular del viento 

sobre las casas rodeadas de enredaderas secas, 

unos pinos y cada tanto álamos 

y troncos secos entre los pastos crecidos. 

 

Unos perros le ladraban 

a las formas neblinosas del paisaje. 

 

Hacía tanto calor 

como en los días de verano 

que lograron en nosotros 

sobreactuaciones, crisis, llantos, y después 

el anuncio de una ruta mejorada. 

 

Bajo los plátanos, detrás de la iglesia, 

se puede descansar, no hacer nada,

acotaste. 

 

Ahí mismo donde ondeaban las banderas. 

Azul, negro. Un escudo con tiburones 

sonrientes. El club de pesca. 

 

El mar mantenía un tono tan gris 

que resultaba un cuerpo. 

 

De pronto, dos patos bajaron al agua.

El momento me recordó a un telón 

que descubrimos en una iglesia agrietada. 

 

Tenía ese telón lo que podría haber 

pintado en otra vida. El agua, 

los pinos, las murallas detrás 

y un camino que baja

en una leve inclinación. 

 

En el centro de ese telón, 

si todavía existe, unos gorriones

llegan a una mujer 

que levanta sus brazos.

 

Y el sol detrás está ocultándose.

 

 

martes, 26 de marzo de 2024

El pico del pájaro

 

A un costado, por la vereda, 

bajo las luces, dos personas 

se aproximan.

 

Un viejo y un adolescente.

 

La luna llena tiene 

un blanco transparente:

parcelas marcadas, caras 

risueñas, inalcanzables, calmas. 

 

Ciertos momentos 

se elevan sobre otros. 

 

Muchos son intrascendentes 

y otros permanecen grabados 

en una ola que desde siempre quiero pintar:

calles estrechas recorridas los días sin viento 

en la soledad que me genera estar entre gente 

sin que se escuche un pájaro. 

 

Me pasó un día de invierno. 

No se escuchaba nada,

apenas el ulular del viento,

fue como si estuviésemos cerca 

de un océano calmo y oscuro 

a la espera de un iceberg.

 

Un hielo enorme que sentía

las olas sobre su cuerpo.

 

Y para entonces no había un fruto

en el pico del pájaro 

que veíamos en lo alto. 

 

lunes, 25 de marzo de 2024

Dentro de la catedral

 

 

Dentro de la catedral, 

fuimos hasta un costado 

donde había gente aburrida, 

pero no tantos como en la nave 

central. Nuestra intención era ver 

al obispo sobre el púlpito sermoneando

mientras los niños, a sus pies, 

esperaban la primera comunión. 

 

El momento tenía el tono 

que debíamos alejar de nosotros, 

pero nos intrigaba el espectáculo.  

 

Por entonces, ya sabía que 

lo mejor era vivir en una isla 

rodeada de gigantes marinos 

capaces de comer a los incautos 

que se acercasen a minar

nuestras fuerzas. 

 

A la salida de la iglesia, 

nuestros hijos se complacían 

con imitar los cantos de los zorzales. 

 

Nos miramos, queríamos decir 

tantas cosas: que nos apena 

el paso del tiempo 

y montones de ideas 

sobre un lugar 

donde se ve pasar el agua. 

 

 

 

domingo, 24 de marzo de 2024

A esta hora de la madrugada

 

 

Ahora estoy en una cuadra 

donde bien pude haber estado 

en mi adolescencia a esta hora 

de la madrugada. 

 

Gracias al extraño decaimiento 

que tiene por la noche la ciudad,

pienso que está idéntica la calle.

 

Pero bien visto no es verdad. 

Muchas casas desaparecieron 

para que se levanten edificios 

sin encanto. 

 

Ni bien sube nuestra hija 

al auto le muestro una canción 

que escuchaba a su edad 

y ella me mira con ternura. 

 

Hoy conversé con un hombre 

acerca del inicio de la primavera.

Quería darle algún significado al día, 

que es lo mismo que intento cuando

me acerco a cualquier orilla a ver 

un delfín saltando por un mar 

calmo como un plato. 

 

Un delfín que cuando golpea el agua 

genera la luz de un faro. 

 

Con ese delfín cerca, imagino, 

nuestras charlas se extenderían 

entre hortensias florecidas y podríamos pintar 

el más antiguo de los árboles 

que adornaba nuestro valle. 

 

Un ejercicio que nos permitiría 

subirnos a una tortuga para recorrer 

lugares áridos y cálidos.

 

Entonces, ¿por qué nada aparece en el lienzo 

sobre esos lugares tan lejanos? 

 

Muchas veces, solo quisiera echarme en el pasto

unos instantes y acariciar el perfil 

de una escultura hasta que el blanco 

tenga vida.

 

 

sábado, 23 de marzo de 2024

Bajo el sol de mayo

 

Esa mañana pensaste 

que tus días siguen a tus padres,

y los de tus padres buscan a tus abuelos. 

El canal estaba agitado por el viento.

De pronto, la iglesia, bajo el sol de mayo, 

se iluminó frente al canal: se habían corrido 

las nubes y el agua también se encendía. 

 

Miraste entonces otra vez el canal,

donde ajenos y mudos, nadaban unos peces. 

 

 

 

jueves, 21 de marzo de 2024

El canto de los pájaros te relajaba

 

 

A lejos viste unos niños 

que para evitar la lluvia 

se ocultaban bajo grandes 

hojas “oreja de elefante”.

 

Ibas en la bici, el canto 

de los pájaros te relajaba

y el aire, cada vez más frío, 

volvía los sonidos más lejanos.

 

En la parte del campo

más ondulado, te bajaste

a ver cómo unos pájaros 

negros y pequeños 

formaban una mancha perfecta. 

 

Las nubes se abrieron 

y la pradera primero 

se puso más verde

y después, gracias gris del cielo, 

casi amarilla.

 

Cruzaste entonces la ruta 

por la que casi nunca no pasa nadie

para tomar el camino de tierra

que a esta altura se ensancha.

A tu derecha, viste árboles sin hojas 

y galpones iluminados por dentro.

Los iluminan, pensaste, 

para que las gallinas 

sigan produciendo.

 

Sin apuro, te bajaste de la bici 

y en el olor nauseabundo, 

en los galpones, viste a las gallinas 

en sus jaulas moviéndose como robots, 

y al sol, ocultándose detrás

de unos eucaliptos, sobre el final, 

apenas tocándolas. 

 

 

 

miércoles, 20 de marzo de 2024

Donde cae agua y más agua

 

Dentro de la catedral, 

fuimos hasta un costado 

donde había gente aburrida, 

pero no tantos como en la nave 

central. Nuestra intención era ver 

al obispo sobre el púlpito sermoneando

mientras los niños, a sus pies, esperaban 

la primera comunión. 

 

El momento tenía el tono 

que debíamos alejar de nosotros, 

pero nos intrigaba el espectáculo.  

 

Por entonces, en cierto modo, 

sonábamos con vivir en una isla 

rodeada de gigantes marinos 

capaces de comer a los incautos 

que se acercasen a minar

nuestras fuerzas. 

 

A la salida de la iglesia, 

nuestros hijos se complacían 

con imitar los cantos de los zorzales. 

 

Nos miramos, queríamos decir 

tantas cosas: que nos apena 

el paso del tiempo y montones de ideas 

sobre un lugar donde cae agua y más agua. 

 

martes, 19 de marzo de 2024

Una señal

 

 

 

Al despertar, para serenarte, 

cerraste los ojos. Esperabas 

una señal, pero no había 

nada distinto a la oscuridad.

 

Esa luz tan deseada nunca llegó.

 

Sin embargo, por momentos veías 

el parque de una ciudad antigua

donde ya no llovía y el verde destacaba 

unos laureles rosados y blancos 

que formaban un sendero por donde 

caminabas evitando los charcos.

 

Y estabas contento: 

el viento silbaba, hacía frío 

y no había nadie en las calles.

 

 

 

lunes, 18 de marzo de 2024

De un blanco soñado

 

 

Querías separar 

la tensión del recuerdo 

para que no pertenezca 

a un lugar específico.

 

Pero separar los continentes 

no es fácil.

 

O al menos quisieras,

desde la copa del árbol, 

ver la reluciente piedra 

de un blanco soñado.

 

 

domingo, 17 de marzo de 2024

Una cuadra

 

 

Ahora estoy en una cuadra 

donde bien pude haber estado 

en mi adolescencia a esta hora 

de la madrugada. 

 

Gracias al extraño decaimiento 

que tiene por la noche la ciudad,

pienso que está idéntica la calle.

 

Pero bien visto no es verdad. 

Muchas casas desaparecieron 

para que se levanten edificios 

sin encanto. Ni bien sube nuestra hija 

al auto, le muestro una canción 

que escuchaba a su edad 

y me mira con ternura. 

 

Hoy conversé con un hombre 

acerca del inicio de la primavera.

 

Quería darle algún significado al día, 

que es lo mismo que intento cuando

me acerco a cualquier orilla a ver 

un delfín saltando por un mar 

calmo como un plato. 

 

Un delfín que cuando golpea el agua 

genera la luz de un faro. 

 

Con ese delfín cerca, imagino, 

nuestras charlas se extenderían 

entre hortensias florecidas 

y podríamos pintar 

el más antiguo de los árboles 

que adornaba nuestro valle. 

 

Un ejercicio que nos permitiría 

subirnos a una tortuga para recorrer 

lugares áridos y cálidos.

 

Entonces, ¿por qué nada aparece 

sobre los lugares más lejanos? 

 

Muchas veces pienso que, 

más que nada, quisiera 

echarme en el pasto.

 

Al menos unos instantes.

Y acariciar un perfil 

hasta que el blanco tenga vida.

 

Porque después de la pequeña luz

y del negro inabarcable 

dejaremos de oscilar. 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 16 de marzo de 2024

Un potrero de alfalfa

 

Intentaba buscar una paz 

que había avizorado una vez 

en una iglesia, ya no recuerdo dónde. 

 

Hasta que por el campo me detuve 

ante el cadáver de una vaca 

y, detrás de la carne podrida, 

saltó una liebre y mansamente 

se fue hacia un potrero de alfalfa. 

 

 

 

viernes, 15 de marzo de 2024

Gracias a la luna llena

 

Gracias a la luna llena 

y a la humedad, 

esa noche el árbol resplandecía 

para que unos sapitos buscasen 

un haz de luz que los reflejase.

 

Mirabas la cantidad de estrellas

para recuperar lo que sentiste 

hace tantos años.

 

Los mismos pájaros de entonces,

por el jardín, querías, esos que iban,

uno detrás de otro, elegían una rama, 

trinaban, seguían, se rozaban por instantes.

 

jueves, 14 de marzo de 2024

La nube se movía apenas

 

 

La nube se movía apenas 

solitaria en el medio del cielo.

 

Su blancura parece caliente, 

desde las cansadas ramas, 

donde los pájaros de las pequeñas islas 

celebran las antiguas estatuas 

que siguen en pie. 

 

Supongo que estamos unidos 

a las luces que agigantan 

una serie de pétalos 

naranjas, rojos y amarillos 

que van hacia un ocre espléndido.

 

Vuelan a través de pueblos 

y campos, cada mañana, 

junto a plantas, animales 

festivos y montañas. 

 

¿Deberíamos ir a descansar 

a la playa donde la luz del invierno 

nos dio tanta tibieza? 

 

 

miércoles, 13 de marzo de 2024

Una lluvia finita y helada

 


Te decía: Me levanté con el ánimo

de crear algo íntimo, feliz, tibio y redondeado

que ilumine este día y el que sigue. 

 

Y con suerte también el próximo. 

Estaría ubicado ese objeto junto a un estanque 

donde podríamos vivir como los impresionistas. 

 

Y atrás quedaría el recuerdo de la espaciosa casa 

donde fui un ratoncito que deseaba nadar 

en un estanque. 

 

Porque estoy cansando de mirar hacia atrás.

Cansado de construir una biografía 

que tiene un dramatismo forzado. 

 

Recibo ahora una luz capaz de dormirme 

un día de calor bochornoso. 

Qué bueno, porque en ocasiones así,

duermo como un recién nacido 

en un tren que recorre el campo.


Y no tengo preocupaciones 

porque no tengo deseos. 


Aunque una sola cosa 

incluso entonces me exige: 

llegar a la estación cercana 

a nuestra pequeña y querida casa.

 

Por suerte, en el último tiempo, 

los sueños no dependen de algo mágico. 

 

Más bien dependen de los seres 

que veía revolver la basura 

mientras anochecía en la ciudad. 


Unos pobres diablos esos mendigos.

Aunque tal vez fueran dioses encubiertos capaces 

de salvarnos de una catástrofe inminente

cuando en las calles se repitiese 

una lluvia fina y helada.

 

 

En la tierra helada

  Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...