miércoles, 13 de marzo de 2024

Una lluvia finita y helada

 


Te decía: Me levanté con el ánimo

de crear algo íntimo, feliz, tibio y redondeado

que ilumine este día y el que sigue. 

 

Y con suerte también el próximo. 

Estaría ubicado ese objeto junto a un estanque 

donde podríamos vivir como los impresionistas. 

 

Y atrás quedaría el recuerdo de la espaciosa casa 

donde fui un ratoncito que deseaba nadar 

en un estanque. 

 

Porque estoy cansando de mirar hacia atrás.

Cansado de construir una biografía 

que tiene un dramatismo forzado. 

 

Recibo ahora una luz capaz de dormirme 

un día de calor bochornoso. 

Qué bueno, porque en ocasiones así,

duermo como un recién nacido 

en un tren que recorre el campo.


Y no tengo preocupaciones 

porque no tengo deseos. 


Aunque una sola cosa 

incluso entonces me exige: 

llegar a la estación cercana 

a nuestra pequeña y querida casa.

 

Por suerte, en el último tiempo, 

los sueños no dependen de algo mágico. 

 

Más bien dependen de los seres 

que veía revolver la basura 

mientras anochecía en la ciudad. 


Unos pobres diablos esos mendigos.

Aunque tal vez fueran dioses encubiertos capaces 

de salvarnos de una catástrofe inminente

cuando en las calles se repitiese 

una lluvia fina y helada.

 

 

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