viernes, 22 de febrero de 2019

Fugacidad de los instantes

1
Tal vez hay un canto en nosotros.
Algo primigenio y dormido
a la espera
de un resurgir en la forma de un paisaje.


El punto capaz de devolvernos
eso que alguna vez hemos tenido,
voces que pertenecen a sueños.

¿Se entiende alguna vez
el sentido de un paisaje?

¿Se capta su fuerza sanadora?

Hay una soledad que ronda los días,
una voz pequeñita que se adentra en la noche.

Siempre espera nerviosa el día que tarda en llegar,
gris, de invierno, listo en su indolencia,
fácil en la monumentalidad de su mudez.


2
Desafiamos a los pensamientos.
Ahora por suerte podemos hacer eso.

Y cuando lo hacemos, notamos hasta qué punto
lo que decimos es solamente nuestro esfuerzo
por generar fuerzas, a veces oscuras, otras luminosas,
o una serie de respuestas dadas, como lo único posible.


Frente a todo lo que nos aborda como si fuésemos
una balsa que va por un río rodeado
de una fauna bellísima y despiadada,
estamos nosotros y nadie más.

Es por eso que la compasión cuesta tanto.
Es difícil abstraerse de esa lucha
si uno teme ser aniquilado.

Jesús murió en la cruz. Hijo de Dios.
Muerto por los hombres.

Y por otra parte, sabemos
que la compasión y la ternura
nos pueden acercar a los otros.

Y es extraño eso; es difícil conocer
la medida de las cosas
cuando son tantas las decisiones posibles
y tantas sus consecuencias. La justa medida
es un lugar inalcanzable y un orden muy grande
que igualmente se debe perseguir
en el reducido margen que nos es posible.

Porque lo mismo existen las definiciones
y lo mismo juzgamos y decimos.

Nos aferramos a un cierto clima conocido.
Nos apegamos como a un manto de fe,
es como un huir hacia determinadas creencias
que suponemos podrían ser fieles a la realidad.


3
Hay un lugar de certidumbres que aún buscamos.

Es así, aunque sea un imposible y ahí se encuentre
la principal razón de nuestros miedos.


4
Enfrentar significa admitir.
No hay algo esencialmente válido en el cuadro,
ni en las ideas, si ellas no son el resultado
de un camino que en sí mismo
es mucho más que todas las frases juntas.


5
¿Por qué tenemos tantas imágenes, palabras
y momentos vividos que se empeñan en asaltarnos
sin un sentido específico y definitivo?

¿Qué es lo que tanto buscamos día y noche,
aferrados a la idea de que podremos
solucionarlo a través de un discurso?


6
Los hombres sabios dicen: Lo más probable
es que un espíritu delicado y dócil
sea el que en nosotros y por nosotros,
una vez cultivado, vea al mundo y lo quiera
y aprecie en su justa dimensión.

Hablan de su absoluta impureza
y su profunda falta de sentido.

El único motivo es el laboriosamente construido
despacio, con paciencia, bajo la luna.

Cuando los demás duermen y nosotros, curiosos,
buscamos otorgarle un valor, o al menos algo
que nos redima.

Un tiempo que nos devuelva
la fugacidad de los estados que nos sumergen.

Esperemos que lo haga pronto
y de una manera simple,
muda o estridente, o a veces ágil,
a veces lenta, humeante y asfixiante.

O capaz al menos
de llevarnos al punto de suprema oscuridad
que deberá ser el preludio de una luz oscilante al principio,
y más firme después, mucho después de la primera ocasión.

Esperemos que sintamos
el llamado a superarnos en cada una de las ataduras
que nos fijan a valoraciones que, analizadas con frialdad,
se vuelven absurdas, y que sin embargo aún no podemos destrabar.

Cada circuito es un elemento para darnos
el trabajo y la consecuente satisfacción
de ir más allá del límite con nuestro cuerpo.


6
Las ranas, en la pequeña península dorada.
Siguen lo grácil y al mismo tiempo temido,
señalan la llegada de la noche y de sus estrellas.

Todos los grandes poetas vienen.
Ojalá vivamos intensamente el momento
y el agradecimiento único y fantástico.

Lo que proviene de saber que las cosas se ofrecen
para ser valoradas y que el significado más grande
se reduce a eso.


7
Los días se amontonan, se suceden
y van como el lecho del río.

Sin que sepamos cómo,
sigue en nosotros los que caminamos con temor.

Vamos hacia la maravillosa frecuencia de cada espacio,
intersticio o volumen.

Lo suponemos capaz de sumar signos
en la desesperante incapacidad de poder
afrontar lo que sea que nos toque.


8
Para eso empleamos, exigimos y cultivamos
lugares ilusorios, espejismos, frases, mantras,
picardías que necesita la mente para afrontar
un encuentro cabal y absoluto con el espíritu.

Lo practicamos de un modo franco, dispuesto a transitar
lo necesario para crecer. Porque no es una tarea fácil
abordar los desafíos que pueden terminar en sufrimiento.


Los sufrimientos, la aniquilación. Nosotros,
como bien sabemos, no tenemos una fuerza inmensa
e inagotable, apenas somos gotas perdiéndose
en los charcos y el pasto. Pero lo mismo vamos.
Y lo mismo iremos, conscientes de que sólo la confianza
en nuestra propia pequeñez nos hará capaces
de ir más allá de nosotros mismos.

Confiamos en lo que jamás se ve pero se intuye.

Un manto gris que cubre una virgen
a la cual unas viejitas dulcemente rezan.

Un perro busca algo entre las zarzas.
Más allá, el mar se repite.


Esos son nuestros mantras,
nuestras ilusiones, nuestros rezos acordes.
O la fugacidad con que aparecen los instantes.

lunes, 18 de febrero de 2019

Con tu luz en el centro

Te han dicho que todos los volcanes
de todos los valles, bajo todos los cielos,
en el día y en la noche, imploran por tu deseo.

Y sin embargo tu deseo ya no es el mismo;
solo ves la maravillosa forma de las hojas,
en los árboles o en el piso,
y el movimiento que les otorga el viento,
o a Dios, o tal vez vos mismo,
con tu luz en el centro.

domingo, 17 de febrero de 2019

Canción en la montaña

Quién sabe por qué hay veces que unos y otros elegimos
el choque estruendoso de las almas y los cuerpos enteros
que se violentan, sufren y amargan.

Los frutos de esas luchas creen otros conflictos
que animan a muchos a trabajar para una paz mayor.

Ojalá nos espere en otro lado,
y que las rosas,
si es que logramos tener una en nuestro corazón,
nos traigan una placentera confianza.

viernes, 15 de febrero de 2019

Lo deseado

Salgo a pasear a mi perra por el barrio cerrado de unos amigos.
Me acaban de mostrar su nueva casa, que es grande, tiene un jardín
también grande y vista al golf. Al entrar y verlos actuar,
noto que espaciosa adquisición, como no podía ser de otra forma,
no termina de encajar con las restricciones espirituales
que han debido imponerse para tener la casa enorme.

Ha sido un día de un calor agobiante y la noche no ha cambiado eso.
Las casas son en general más grandes que en mi barrio cerrado.
Hay más guardias de seguridad y más mosquitos,
más silencio, y más tensión. Recuerdo bien:
acá, hace unos quince años, mataron a una mujer
y nunca se resolvió el crimen.

Ahora, por las pintadas en los carteles de las inmediaciones,
y por que dice mi amigo, me entero que un vecino
atropelló a una mujer en una ruta cercana.
Pies en la energía y en el karma,
y en un punto sideral al que le queremos dar nombre
pero se mantiene a una altura muy distinta.

Más tarde, vuelvo a casa y veo una serie policial.
Transcurre en la india y mezcla religión con crímenes.
Un universo inventado y grotesco, que tiene de bello
los colores de las ropas y las danzas. Con dificultad,
me duermo, y mientras duermo, se desata una tormenta.

Cuando despierto está fresco. Abro las ventanas.
Miro los árboles. Se mueven  por el viento;
 los pájaros cantan.

¿Existe un momento en el cual
captamos un orden elemental y profundo
y no decimos nada y agradecemos?



domingo, 10 de febrero de 2019

Presente, pasado y futuro

¿Existe un sentimiento que ronda momentos
que no fueron tan grandiosos como ese destello
que conservamos para enaltecer nuestro presente?

Al fin y al cabo uno se sostiene
sobre pilares estrictos y grandiosos de un pasado.

Sobre eso construye sus días, presentes y futuros.
No hay chance de vivir
en un rotunda de conexión con el presente;
tan solo tenemos acontecimientos míticos.

Por razones diversas y misteriosas
encarnan las fuentes primordiales de nuestro
estar en el mundo.

Y ese estar se desarrolla
gracias a las grandes fuerzas.

Ellas son el motivo de nuestras
atracciones y nuestros miedos.

¿Pero si la atracción y el miedo no son más
que los juegos que despliega el deseo
para jugar en un parque de una belleza desconcertante?

¿Y si lo dramático no fuera más que lo más intenso de la vida
que se presenta para que veamos un camino de paz
que no llega nunca pero que debemos buscar
como quien busca su comida
y después vuelve a sentir hambre?




martes, 5 de febrero de 2019

Agradecimiento diario



No dar batalla,
y en cambio 
aceptar mis limitaciones, 

para de a poco volverlas 
más versátiles,

eso no es un sueño, 
los sueños los tengo y olvido,
ésa es mi realidad.

Ahora espero en mi balcón 
la llegada de un pájaro.

No sé si llegará pronto, 
pero confío que si no es así,
mi oído será capaz de volverse 
un zorro en el bosque hasta 
captar a lo lejos uno.

domingo, 3 de febrero de 2019

El paisaje en nosotros

Me pregunto hasta qué punto lo que transitamos, cada lugar que nos contacta, configura una esencia que se nos hace propia, que se integra a nuestra existencia, al punto que el paisaje nos pertenece.

Porque a cierta altura es evidente que ciertos paisajes, por un motivo u otro, se han convertido en una presencia en nosotros y se desenvuelven dentro de nuestra identidad al punto que la mente recurre a ellos una y otra vez como en busca de algo.

Tal vez cierta seguridad, cierto sosiego. Darle un sentido más importante a la experiencia. O una permanencia que nos rescate de todo lo inexorable.




viernes, 1 de febrero de 2019

Esperanza para el niño

El propósito para el tiempo que sigue:
tener la menor cantidad de expectativas
más allá de la posibilidad de agradecer
las múltiples facetas que tiene la creación
cerca mío, que dice, muestra, encuentra
muchas formas de equilibrar lo que anda
disperso, choca y se desune,
y luego se acopla para generar
lo que seguirá otros cursos.
Y es eso lo que hay para ver.
Eso es lo que hay para disfrutar
mientras uno intenta por todos los medios
alejarse de esos dolores que se han instalado
como un modo de llamarse uno mismo la atención
para proveerse de la consideración
que seres importantes no le han dado.
Hablo de Padres y madres que no pudieron
recalar en la belleza del acontecer.



En la tierra helada

  Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...