Te soñé junto al fuego y un rebaño de ovejas,
en la noche fría. Yo estaba escribiendo
a un costado. Copiaba un poema
de Rilke que habla sobre unas hortensias.
En el sueño, desnuda, me decías:
“Quiero de vos mucha entrega,
un enorme trabajo…”
Y en el papel mis trazos se volvían
luz reflejada en el agua de un cántaro
ubicado en una montaña que casi
tocaba el cielo.