Junto al fuego y la manada,
en la noche fría, te soñé.
Y el sueño me decías:
“Quiero de vos mucha entrega,
un enorme trabajo…”
Y mi trazo en el papel se volvía
pura luz cálida reflejada
en el agua de un cántaro.
Y ese cántaro estaba ubicado
en lo alto de una montaña
que por poco no tocaba el cielo.
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