jueves, 31 de marzo de 2022

Iba a contarles.

 

Iba a contarles que ayer fui a un pueblo costero en el fin del mundo, y que ahí,  en una playa del canal del beagle, con las montañas a mis espaldas y también enfrente, y con todas esas piedras, que me detuve a mirar, de no más de quince centímetros extendidas por la orilla, encontré un tronco arqueado de un árbol de lengua que estaba apoyado, vaya a saber uno desde cuándo, por el océano. Yacía sobre una roca de por lo menos medio metro de alto. Iba a contarles esto, decía, pero no estaba seguro si  el descubrimiento sería tan fantástico también para ustedes.

miércoles, 30 de marzo de 2022

A través de lo conocido

 

Miro desde el parador del parque nacional el paisaje. Enfrente veo un brazo del lago y después una ciénaga -que acá llaman turbal- en donde imagino una escultura de por lo menos dos metros de alto. El problema es que no logro imaginar una forma novedosa para esa escultura. No veo la forma que busco desde hace años porque nunca la imagino del todo. Solo concibo el deseo de crear algo distinto. Un deseo al solo voy a llegar a través de lo conocido. De manera que esa noche dibujo las forma de siempre varias veces y por fin, cansado, me duermo.

martes, 29 de marzo de 2022

Cera de la ciudad más austral del mundo

 

Hoy en una montaña cercana a la ciudad más austral del mundo encontraste, en un tronco cortado a una altura de cincuenta centímetros de un árbol centenario llamado lenga, dos huesos de caballo o de vaca. Estaban los dos preciosamente erguidos. Alguien los había dejado, conjeturase, para que los pula el tiempo y sean llevados un día por otra persona que los valore al punto de considerarlos una obra arte.  

lunes, 28 de marzo de 2022

Los peces saltaban

 

Ese día tan calmo los peces saltaban a medida que el frío perdía fuerza. El agua se iluminaba, las golondrinas repetían sus vuelos circulares. 

Vos no sabías que ella podía acostarse así, sobre el muelle, tan delicada cerca de las ranas, casi sobre las plantas acuáticas, donde no parece, pero el agua felizmente corre.

Esa mañana, desde el amanecer, la lluvia encendía el pasto y dos viejitas, guarecidas por el santuario, rezaban. A un costado, un perro buscaba su hueso de la basura. Así transcurría el día capaz de rescatarte muchas veces más adelante…

 

sábado, 26 de marzo de 2022

Los bordes de un iceberg

  

    Apenas los remeros se lanzaban por los canales, subías a la terraza para apoyarte en la baranda, atento a sus piernas y a los roces casuales.

Intentabas mantenerte quieto frente al canal, concentrado en los árboles y sus reflejos en el agua, pero se movían tus pensamientos sobre la corriente.

Esa noche habías soñado que los bordes de un iceberg iban sobre el calmo turquesa del mar. Tendiéndole la mano, le pediste que te acompañe a verlo, pero ese blanco indeleble no apareció más…

Después, lo recordás bien, había un fuego lejano en la superficie del mar y vos, para salvarla, intentabas llegar hasta un barco semihundido. Y solo después de un enorme esfuerzo alcanzaban el barco…

Pero desde el horizonte venían otros barcos, barcos del enemigo, escuchabas. 

jueves, 24 de marzo de 2022

Te levantaste ansioso por las pesadillas

   Te levantaste ansioso por las pesadillas. No paraba de llover y meditar te resultó imposible. Un relámpago cruzó tus ojos cerrados. De manera que pediste una señal. Algo que demostrase que tus esfuerzos valían la pena, pero ese mensaje no llegó; solo siguió lloviendo, así que lo agradeciste.

Más tarde, cuando dejó de llover, saliste al jardín. El viento había cambiado el cielo y dos estrellas, más allá de los robles, se veían pegadas. 

Después, miraste el suelo y viste montones de hormigas debajo de tus pies.

Recordaste entonces, no sabrías decir por qué, cuando de joven, en una estación de servicio abandonada, para aplacar tu mente, escuchabas el ruido de la ruta mirando unos plumerillos inmóviles. Pero las imágenes de una batalla medieval entre ejércitos japoneses continuaban. Las banderas de los ejércitos pasaban reclamándote como señores feudales que piden por sus vasallos. Tonos rojos, bordó, magenta, y después turquesas, y más tarde verdes y azules.

Y vos esperabas también a los grises, a los blanquecinos y a los amarillos que llegan con los pájaros. 

            Porque tu mayor miedo te obligaba a buscar la mayor muralla.  

miércoles, 23 de marzo de 2022

Feliz con los pies en el agua

  

   Ese amanecer lluvioso, hace tiempo, estuviste como cierto dios, feliz, con los pies en el agua. Cerrabas los ojos y del cielo caía agua y más agua, y los pájaros entusiasmados, unos y otros, saltaban sobre el pasto. 

Al llegar la noche, un viento había corrido las nubes. Viste entonces las estrellas entre los árboles. La perra se detuvo y miró también para arriba. O eso te pareció por un instante.

Después, en la galería de la casa, le explicaste que naciste con el píloro tapado y casi no podías comer. Hasta que un médico, de nombre Gianantonio, decidió operarte y te salvó la vida. 

Ella te contó de sus orígenes inciertos, y vos, casi al final, le contaste que hace años, cuando mirabas las estrellas, apareció la Virgen y al día siguiente salvaste a tu hermanito de morir ahogado. 

 

domingo, 20 de marzo de 2022

El aire templado en la noche quieta

  


El aire templado, en la noche quieta, ampliaba el canto de los grillos; los plumerillos casi no se movían. El camino de tantos días iba hacia un palacio medieval en la montaña. Te gustaría ir de nuevo por ese camino, adentrarte en el monte de eucaliptus, ver las pasturas bajo los árboles.

O recorrer el campo hasta el mar y echarte en la arena a escuchar a las gaviotas llamándose antes de la rompiente. 

Y sobre todo, quisieras, una vez más, ver ese árbol que resplandecía mientras unos sapitos en sus alrededores buscaban un haz de luz que los reflejase. Y dentro de poco, incluso hoy, podrías tener esa suerte, porque ya se ocultó el sol y los pájaros pasan por el jardín, eligen una rama, trinan, siguen; aprovechan los últimos instantes.

sábado, 19 de marzo de 2022

Un viento había corrido las nubes

  

Ese amanecer lluvioso, hace tiempo, estuviste como cierto dios, feliz, con los pies en el agua. Cerrabas los ojos y del cielo caía agua y más agua, y los pájaros entusiasmados, unos y otros, saltaban sobre el pasto. 

Al llegar la noche, un viento había corrido las nubes. Viste entonces las estrellas entre los árboles. La perra se detuvo y miró también para arriba. O eso te pareció por un instante.

Después, en la galería de la casa, le explicaste que naciste con el píloro tapado y casi no podías comer. Hasta que un médico, de nombre Gianantonio, decidió operarte y te salvó la vida. 

Ella te contó de sus orígenes inciertos, y vos, casi al final, le contaste que hace años, cuando mirabas las estrellas, apareció la Virgen y al día siguiente salvaste a tu hermanito de morir ahogado. 

 

viernes, 18 de marzo de 2022

Un pájaro ratonero tal vez


Una moderación sería útil, pero nada nos obliga a tanto a la hora de construir un reino. 

En ese tiempo, soñabas con estar cerca de los pájaros. Un deseo simple que no alcanzabas, aunque a veces, en forma tenue y esporádica, vislumbrabas algo entre las plantas, un pájaro ratonero tal vez.

 

jueves, 17 de marzo de 2022

Un parral de uvas rebosante

  

Mientras ibas en bici hasta un parral rebosante de uvas grandes y moradas, algunas calandrias bajaban al camino y salían volando antes de que llegaras cerca.

Después, al llegar a la casa donde pasaste con tu abuelo varios veranos, con el sol en la cara, te preguntaste cómo ablandar lo que es duro.

Una garza caminaba sobre plantas flotantes ajena al final del día. La luna convertía el agua en azulada. Entonces, despacio, por detrás de unos ceibos, fuiste hacia el agua, pero la garza ya no estaba. 

Para encontrarla, prendiste la luz de tu linterna y se iluminó el movimiento del sauce. Y solo seguiste el ir y venir de las hojas sobre el agua.

 

miércoles, 16 de marzo de 2022

Tu salvación

 En el sueño, escribías en la nieve con la ayuda de un palo en un idioma desconocido, pero los trazos te eran familiares; dibujos que pedían otros paisajes.

Al despertar, llovía, los demás ruidos se aplacaban. Lo vivido adquiría un sentido. Ya no importaban las inquietantes manchas de petróleo en la arena blanca. Llovía y sentías las gotas, millones, pequeñas, suaves, en el techo. 

Una a una, te invitaban a permanecer concentrado hasta escuchar a lo lejos un zorzal. 

Así, tal vez podrías olvidar que de los infortunios hiciste un compendio de temores que te ataron a un palenque, y que desde entonces tu salvación sería salir de ahí.

 

martes, 15 de marzo de 2022

El niño al que le gusta hablarte al oído

 Esa noche de nuevo estabas con el niño al que le gusta hablarte al oído. Y ese niño te pedía con insistencia la fuerza que eleva los maizales. Pero no llegaba esa solvencia, solo persistía la obsesión que tomaba tu cuerpo como si fuera un territorio útil para llegar a otros espacios. 

Por eso, frente al dolor, ibas hacia el silencio. La tierra entera, decías, brillaría cuando pudieras crear silencio. 

A la mañana siguiente, sin embargo, creíste asistir a un evento de buen augurio cuando te paraste frente al cadáver de una vaca y del montón de carne podrida saltó un zorro y, manso, al trote, se fue hacia el potrero de alfalfa. 

Tal vez lo creíste porque esa tarde de invierno estabas cerca de lugares casi vacíos y te sentías solo. Tenías muchos menos años y meditar todavía no estaba en tus planes. 

Ahora eso cambió, pero algo viejo y descascarado estaba de nuevo esta tarde en el límite del pueblo donde la basura volaba hacia el campo. 

 

viernes, 11 de marzo de 2022

Ya nadie lee libros

  

 

 

 

Con las bicis a un costado, caminaste en la oscuridad con tu hijo. Subieron a las bicis y le preguntaste por qué ya no leía libros. 

 

Ya nadie lee libros, dijo, y el mar vino a llevarse el castillo de arena que habían levantado en la orilla.

 

Casi al final de la noche, ansioso por los sueños, intentaste meditar. El viento era suave, pero seguías inquieto.

 

Esa misma tarde, con tu hijo, pasaron por el lugar donde te propusiste cambiar. Un espacio que rememora una masacre con apenas cuatro pinos y una placa con el nombre de los muertos. El lugar donde sentirías fuerza, agradecimiento, y al fin alegría. 

 

 

 

jueves, 10 de marzo de 2022

El gran álamo del fondo

  

 

Cómo quisieras hablar de los robles y del efecto que causan con sus hojas desprendiéndose sobre la casa vecina detenida en su construcción.

 

Y cómo quisieras describir el efecto que ese detenimiento tuvo en vos. 

 

Volver incluso a la tarde en que el fuego y el humo, desde los pastizales, llegaron  a tu cuerpo para formala mancha en tu pecho. Fue la noche de calor y luna llena que escuchabas teros, cosa rara, a lo lejos. No solían sentirse durante la noche. 

 

Pero eso cambió junto al hecho de que los tordos no fueron más al gran álamo del fondo.

 

 

martes, 8 de marzo de 2022

Ir con el paisaje

  

Tus ocupaciones se limitaban a encontrar una piedra para después encarar el enorme trabajo de pulirla.

 

En el sueño, estaban los puteríos —mujeres explotadas como gallinas—, y ramas y cañas altas, y después, entre las hojas, hormigas negras, incansables, vehementes, laboriosas, unas y otras, miles en una fila interminable.

 

En la oscuridad, creíste pedalear en el aire y no pensar. Pero eso solo te llevó a un dragón de Komodo al sol, entre las rocas, ocioso, imponente y mudo.

 

Intentaste entonces concentrarte en la luna y, para eso, unas vacas en la oscuridad, detrás de los cañaverales, como fieras acechándote, te ayudaron.

 

Seguiste un buen rato y al final del camino pensaste en no fijarte metas difíciles de lograr, en ir con el paisaje.

 

 


 [sm1]Bestiario onírico, como un sueño y su interpretación en la última frase. Esta última podría mejorarse: abreviada: “Al final del camino pensaste en no fijarte metas difíciles de lograr, en ir con el paisaje”. 

 [JV2]No será mejor poner. Para eso unas vacas en la oscuridad…. Es decir,, un punto y sacar la "y"?

lunes, 7 de marzo de 2022

Oreja de elefante

  

Unos niños, como animalitos, para evitar la lluvia, se ocultaban bajo grandes hojas “oreja de elefante”. Ibas en bici y el canto de los pájaros te relajaba. El aire, cada vez más frío, volvía los sonidos más lejanos.

 

En la parte más ondulada, unos pájaros negros y pequeños formaban en el aire una mancha que parecía de tinta. 

 

Las nubes se abrieron para volver más verde la pradera y después casi amarilla. Cruzaste la ruta por la que no pasa nadie, y seguiste hasta un camino que se ensancha. A tu derecha, viste árboles en hilera y grandes galpones iluminados por dentro.

 

Los iluminan, te diste cuenta, para que las gallinas sigan produciendo. Entonces, con la bici al costado, en el olor nauseabundo, viste a las gallinas moviéndose en sus jaulas como robots, y miraste de nuevo, más allá de los galpones, al sol que estallaba detrás.

 

 

viernes, 4 de marzo de 2022

Alguien de la Antigua Grecia

  

 

El sol se ocultaba mientras veías los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino.

 

A la ida y a la vuelta, enfrentaste la obsesión por no pensar. También la intención de comprender a tus hijos. Uno puede comprender  más a sus hijos que ellos a nosotros.  Pero no estabas seguro de eso; tus impresiones tienden a cambiar, y los pájaros sobre las murallas a seguir.

 

Después, saliste a pasear con tu perra después del calor agobiante y, más tarde, con dificultad, te dormiste, y mientras dormías se desató una tormenta.

 

Al despertar, el viento era fresco. Abriste las ventanas, los árboles se movían; los pájaros cantaban. Eras feliz, feliz como alguien venido de la antigua Grecia. 

 

miércoles, 2 de marzo de 2022

El gran álamo del fondo

 

Cómo quisieras hablar de los robles y del efecto que causan[sm1] [l2]  con sus hojas desprendiéndose sobre la casa vecina detenida en su construcción.

 

Y cómo quisieras describir el efecto que ese detenimiento tuvo en vos. 

 

Y volver incluso a la tarde en que el fuego y el humo, desde los pastizales, llegaron[sm3] [l4]  a tu cuerpo para formar[sm5] [l6]  la mancha en tu pecho. Fue la[sm7] [l8]  noche de calor y luna llena que escuchabas teros, cosa rara, a lo lejos. No solían sentirse durante la noche. 

 

Pero eso cambió junto al hecho de que los tordos no fueron más al gran álamo del fondo.

 

 

En la tierra helada

  Pero a los pocos días, andando por el jardín de tu casa, pisé unas hormigas y aparecieron de nuevo las tragedias que podrían tocarme en la...