Miro desde el parador del parque nacional el paisaje. Enfrente veo un brazo del lago y después una ciénaga -que acá llaman turbal- en donde imagino una escultura de por lo menos dos metros de alto. El problema es que no logro imaginar una forma novedosa para esa escultura. No veo la forma que busco desde hace años porque nunca la imagino del todo. Solo concibo el deseo de crear algo distinto. Un deseo al solo voy a llegar a través de lo conocido. De manera que esa noche dibujo las forma de siempre varias veces y por fin, cansado, me duermo.
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