lunes, 30 de septiembre de 2019

¿De qué depende la inspiración?

La disposición para adentrarnos en vetas, caminos y secuencias, ensayos que realiza la mente, tal vez lo más pequeño y potente de ella, su función más íntima y valiosa -que no todos los seres humanos disponen en igual medida-.

Ella, que es capaz de tomar las secuencias, no ya de su propio pensamiento, sino de los devenires del mundo, esos que entrelazan las cosas y crean realidades, las más profundas, las que van como ríos de lava invisibles por el espacio y determinan la forma de los acontecimientos. El molde creativo del universo.

Sí, la inspiración a veces puede captar eso: pequeños atisbos de un algo -como ella inmaterial- pero mucho más grande.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

El fin del verano, Hvar, Croacia

El empeño de un tiempo. Nubes.
La tormenta detrás y rayos al final del mar.
Y después la calma.

La banalidad de los esfuerzos por representar
lo que no es. La amargura, la muerte.
Los hombres con un uniformes negros.
Sus caballos y sus lanzas.
Versos añorados. Los de Vallejo.
Los vi en la manera como sonreías aquella vez.
Y vi los cuadros inmensos en la iglesia.
El sol, este mismo sol, te alumbraba gentilmente la cara.

El túnel del que hablabas desemboca 
en una fortaleza frente al mediterráneo.
Contempla veleros saliendo, barcos surcando.
Las petunias arriba y abajo, casi fucsias, violetas, blancas.
Espléndidas. Los miradores de piedra alertas
y así también nosotros. La efervescencia de la costa.
Sus lazos. Y una canción que repite: es el fin del verano.

martes, 24 de septiembre de 2019

Venecia 2019

Venecia. Las cosas por su nombre: cuando uno es capaz de escuchar a un hombre viejo, pedante y al mismo tiempo criterioso y lleno de historias, uno está listo para recibir los grandes dones universales.

Los leones de piedra resultan potentes. Tanto como las imágenes ancestrales de las mujeres.

La primavera. La lucha que llevan a cabo los turistas. La voluntad de conquistarlo todo. De saber lo que es necesario conocer. Es imprescindible nutrirse de consagraciones. Pero al costado de las grandes atracciones a veces uno encuentra pasto, y uno o dos tréboles. Hay que estar atentos.

A veces todo es y lo que no debe ser ocurre: un árbol de higos se vuelve dorado, y después marrón, y afeado nos permite contactarnos con la nostalgia. La disposición para recuperar lo perdido desde la noche al día siguiente. Lo ido, ya en el agua, sobre la costa, diluido irremediablemente. Ahí duerme.

Más gente se suma a la gran peregrinación en torno a lo que debe ser indagado. Los canales tienden a proyectarse. Supongo que hacia el silencio. Por eso quienes buscan una quietud, a veces, en el frío y la paciencia, la adquieren en las banderas ondulantes.

No hay quietud en los números porque ellos se aglutinan en torno a ritmos, mediciones, pasos, unos tras otros, escalas que se orientan para diferentes lados. Trazos que se extienden en busca de razones, de más amontonamientos. Redes que exigen más y más pescados.

El mundo va a terminar en la nada supongo. Y este escenario se ha vuelto demasiado magnífico. Mientras tanto, en el medio de las pérdidas, entre la fealdad del mundo, entre roces y enojos, uno, como puede, arremete, va día tras día, va en busca de instantes fugaces, estrellas, partes lejanas, un adelantamiento, sobre el universo un gesto tierno.









viernes, 20 de septiembre de 2019

Amanecer en Venecia

Siete en punto. Una mujer llega a una escuela.
A un costado, una iglesia. Supongo que es una maestra.
Día y silencio. Del último sueño, las formas en mi mente
emergen diciéndome que mi historia
flota adherida a la de mi padres.

Y la de mis padres adheridas a la de los suyos.
Y así. O tal vez sean mis vivencias las que mezcladas
con las de mis padres
formen lo que llamo "sus trazos".

Veo un pequeño cementerio en este punto.
Uno está arriba, a veces abajo, sumergido en la necesidad
de otorgar un sentido que defina a las vivencias
de modo que ellas queden entendidas, justificadas,
libres de mezclas e impurezas.

Y así nuestros días tengan cierta consagración.
Eso, suponemos, nos hará subir a los cielos
donde subió quien después fue adorado
y en nombre de quien se hicieron los hilos del mundo
para llevar poder a los que usan sus palabras.

Miré el canal y supuse que también ahí
nadaban los peces. ¿Más tristes? ¿O más felices que uno?
Categorías que mi mente se empeña por rescatar
para ordenar cada pieza en un tablero
que permanece ajeno
como esos peces.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Tiziano, Venus de Urbino

Buscamos esa belleza
que el hombre fue capaz de concebir
cuando alguna vez pudo pronunciar
lo que no estaba dicho.

O lo que partir de entonces hizo
que las cosas quedaran templadas
en la quietud de una imagen complacida
que aguarda los tiempos por venir.

La vemos deseosa de que,
un poco más de su estirpe,
se anude a un silencio donde
nada necesita ser alcanzado.

En la rompiente,
ni las olas se atreven a decir más
sobre lo por momentos las toca.



viernes, 13 de septiembre de 2019

En la plaza de San Justo

Encontrar ese rastro 
que vuelve a las cosas 
soñadas y amarillas.

Con el sol de la mañana,
permanecí frente a una fuente,
al costado de un pasto 
pobre y desmerecido
sin esperar nada.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Poder de fuego

Vuelvo a esas cuadras conocidas,
transitadas miles de veces,
que aprendimos a amar
porque son el territorio que a fuerza
de volverse sabido y sufrido
ha terminado por pertenecernos
y nosotros por ser su fuego
y ya todo lo calculamos con él.

lunes, 9 de septiembre de 2019

El origen del arte

Vemos la fulminante 
destrucción del campo
y el fuego y el humo 
sobre unos conscriptos.

Esas llamas nos invaden
para magnificar 
las penurias que impactaron 
en nosotros
y desde entonces llevamos

como quien lleva
una coraza destinada

a que la brea permanezca 
en un agujero que desea 
ser más negro.

Pero por suerte, para salir 
de esa oscuridad,

el arte bajó 
hasta nosotros,
y desde entonces nos espera.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Rosa en reposo

Soñé que podía abstraerme
de los ruidos y de la locura,
y de todas las llamas que circundan el cuerpo
cuando se enciende y lo que consume
es un alma verde y pegajosa
que cuesta sacar de las entrañas
porque pertenece a una vaca que anida
en lo más profundo de nuestro hígado.

Los místicos tal vez saben algo de esto que digo.
O lo tal vez no, porque cada día que pasa
me convenzo de que tenemos una flor
intensamente personal también, y esa flor, una rosa,
la debemos hilvanar en la especialidad absoluta de nuestra consciencia,
una que es blanca por momentos,
amarilla por otra, roja, y finalmente rosa,
y resume a todos los astros, los duerme y los calma.

jueves, 5 de septiembre de 2019

En la rama de un árbol

Deseo que muchas cosas que no tengo
sean por fin un hálito de un gran jazmín.

Y que él tienda a aparecer y desaparecer
y que para mí su intermitencia sea
un pájaro que por momentos canta y por otros no.

Cuerpo

Volver por un día a los tiempos
que armaban un enorme río
en donde nos bañábamos
deslumbrados por la belleza
de cuerpos que se volvían más queridos
mientras disfrutábamos de una consciencia
en donde aún no intuíamos
que la sensualidad del paisaje
era lo que nos proyectaba
en esos fulgurantes y nerviosos cuerpos.

martes, 3 de septiembre de 2019

Carta para el verano 2020

El mundo cambia hacia un lugar que no sabemos
qué provecho tiene. Las playas sufren cada año.
Veo más y más construcciones erguidas afeándolas.
Los huracanes llegan para volarlas
pero los hombres exigen nuevas vistas.

Las palabras se multiplican
en un intento de fijar una voz capaz de definir
algún tipo de interés,
o un camino redituable para quien lo adopte.

Pero al final,
después de muchos contratiempos,
eso no ocurre.

El vacío que cae sobre los sentidos,
de pronto estériles,
no ayuda a justificar desafíos y costos,
pero significa que estamos libres.

Ya no funcionan los discursos.

Los gestos sólidos y pétreos,
que armaban enormes edificios, tienden a diluirse.

Y al mismo tiempo nos sentimos insustanciales;
o más bien tristes por no tener un punto certero
hacia donde apuntar nuestros esfuerzos.

Nos encomendaron construir algo
y no es seguro que lo estemos logrando.

Y sin embargo, deseo verte de nuevo
para compartir una tarde sobre la arena,
cerca del agua, también próximos a eso
que llamamos un instante
dulce e infrecuente de paz.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Aquellos días felices

Un manto, una luz detrás, una noche también,
la posibilidad de viajar por la ruta mucho tiempo,
sin sueño y a la vera de melodías pequeñas y fantásticas,
y un amor por los bichos
que en el medio del verano:
se mostraban excitados como nosotros
por tomar incluso más
que lo que el escenario magnificaba.

Paramos en una estación de servicio,
pusimos el auto un poco alejado,
y nos fuimos a la orilla de un río que apenas sonaba
a diferencia de los autos que a velocidades frenéticas
iban y venían detrás de algo que nosotros
ya no buscábamos.

Un silencio que ni los perros rompen

    Pediste ser escuchado por quien  permanece en un silencio  que ni los perros rompen.