Soñé que podía abstraerme
de los ruidos y de la locura,
y de todas las llamas que circundan el cuerpo
cuando se enciende y lo que consume
es un alma verde y pegajosa
que cuesta sacar de las entrañas
porque pertenece a una vaca que anida
en lo más profundo de nuestro hígado.
Los místicos tal vez saben algo de esto que digo.
O lo tal vez no, porque cada día que pasa
me convenzo de que tenemos una flor
intensamente personal también, y esa flor, una rosa,
la debemos hilvanar en la especialidad absoluta de nuestra consciencia,
una que es blanca por momentos,
amarilla por otra, roja, y finalmente rosa,
y resume a todos los astros, los duerme y los calma.
sábado, 7 de septiembre de 2019
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