Buscamos esa belleza
que el hombre fue capaz de concebir
cuando alguna vez pudo pronunciar
lo que no estaba dicho.
O lo que partir de entonces hizo
que las cosas quedaran templadas
en la quietud de una imagen complacida
que aguarda los tiempos por venir.
La vemos deseosa de que,
un poco más de su estirpe,
se anude a un silencio donde
nada necesita ser alcanzado.
En la rompiente,
ni las olas se atreven a decir más
sobre lo por momentos las toca.
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lunes, 16 de septiembre de 2019
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