El mundo cambia hacia un lugar que no sabemos
qué provecho tiene. Las playas sufren cada año.
Veo más y más construcciones erguidas afeándolas.
Los huracanes llegan para volarlas
pero los hombres exigen nuevas vistas.
Las palabras se multiplican
en un intento de fijar una voz capaz de definir
algún tipo de interés,
o un camino redituable para quien lo adopte.
Pero al final,
después de muchos contratiempos,
eso no ocurre.
El vacío que cae sobre los sentidos,
de pronto estériles,
no ayuda a justificar desafíos y costos,
pero significa que estamos libres.
Ya no funcionan los discursos.
Los gestos sólidos y pétreos,
que armaban enormes edificios, tienden a diluirse.
Y al mismo tiempo nos sentimos insustanciales;
o más bien tristes por no tener un punto certero
hacia donde apuntar nuestros esfuerzos.
Nos encomendaron construir algo
y no es seguro que lo estemos logrando.
Y sin embargo, deseo verte de nuevo
para compartir una tarde sobre la arena,
cerca del agua, también próximos a eso
que llamamos un instante
dulce e infrecuente de paz.
Archivo del blog
martes, 3 de septiembre de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El examen
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
Una vez levantado de la siesta, y luego de quedarme mirando el techo un buen rato, decidí que lo mejor sería terminar algunos dibujos que te...
-
Viajo junto a un hombre pequeño, de mirada afable, con un gesto de humanidad comprensivo con el prójimo. O al menos lo supongo cuando lo s...
No hay comentarios:
Publicar un comentario