No había nadie en el parque.
La ciudad será otra vez bellísima, dijiste.
El viento movía laureles rosados y blancos.
Alguien había plantado uno de cada color
en una fila que tendía a arquearse.
¿Fue solo un sueño?
En la orilla, veías el mar a la espera de una tormenta mientras tus hijos jugaban a un costado. Pensabas en tu padre y en sus éxitos. ...
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