Cuando por fin fuimos
hacia las montañas lejos,
unos pájaros, pequeños,
simpáticos y de dos colores
nos acompañaron para que
el fondo del océano se quedase quieto
como nunca antes.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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