Había algo fascinante en el hecho de estar
en un lugar remoto que debía ser caliente
pero estaba frío.
Esos días íbamos al lugar donde
lo terroso y lo rojo, lo oscuro
y lo blanco, desde lo alto,
nos convocaba a mirarlo.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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