Había algo fascinante en el hecho de estar
en un lugar remoto que debía ser caliente
pero estaba frío.
Esos días íbamos al lugar donde
lo terroso y lo rojo, lo oscuro
y lo blanco, desde lo alto,
nos convocaba a mirarlo.
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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