La nube se movía apenas
solitaria en el medio del cielo.
Su blancura parece caliente,
desde las cansadas ramas,
donde los pájaros de las pequeñas islas
celebran las antiguas estatuas
que siguen en pie.
Supongo que estamos unidos
a las luces que agigantan
una serie de pétalos
naranjas, rojos y amarillos
que van hacia un ocre espléndido.
Vuelan a través de pueblos
y campos, cada mañana,
junto a plantas, animales
festivos y montañas.
¿Deberíamos ir a descansar
a la playa donde la luz del invierno
nos dio tanta tibieza?
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