Gracias a la luna llena
y a la humedad,
esa noche el árbol resplandecía
para que unos sapitos buscasen
un haz de luz que los reflejase.
Mirabas la cantidad de estrellas
para recuperar lo que sentiste
hace tantos años.
Los mismos pájaros de entonces,
por el jardín, querías, esos que iban,
uno detrás de otro, elegían una rama,
trinaban, seguían, se rozaban por instantes.
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