miércoles, 20 de marzo de 2024

Donde cae agua y más agua

 

Dentro de la catedral, 

fuimos hasta un costado 

donde había gente aburrida, 

pero no tantos como en la nave 

central. Nuestra intención era ver 

al obispo sobre el púlpito sermoneando

mientras los niños, a sus pies, esperaban 

la primera comunión. 

 

El momento tenía el tono 

que debíamos alejar de nosotros, 

pero nos intrigaba el espectáculo.  

 

Por entonces, en cierto modo, 

sonábamos con vivir en una isla 

rodeada de gigantes marinos 

capaces de comer a los incautos 

que se acercasen a minar

nuestras fuerzas. 

 

A la salida de la iglesia, 

nuestros hijos se complacían 

con imitar los cantos de los zorzales. 

 

Nos miramos, queríamos decir 

tantas cosas: que nos apena 

el paso del tiempo y montones de ideas 

sobre un lugar donde cae agua y más agua. 

 

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