domingo, 17 de marzo de 2024

Una cuadra

 

 

Ahora estoy en una cuadra 

donde bien pude haber estado 

en mi adolescencia a esta hora 

de la madrugada. 

 

Gracias al extraño decaimiento 

que tiene por la noche la ciudad,

pienso que está idéntica la calle.

 

Pero bien visto no es verdad. 

Muchas casas desaparecieron 

para que se levanten edificios 

sin encanto. Ni bien sube nuestra hija 

al auto, le muestro una canción 

que escuchaba a su edad 

y me mira con ternura. 

 

Hoy conversé con un hombre 

acerca del inicio de la primavera.

 

Quería darle algún significado al día, 

que es lo mismo que intento cuando

me acerco a cualquier orilla a ver 

un delfín saltando por un mar 

calmo como un plato. 

 

Un delfín que cuando golpea el agua 

genera la luz de un faro. 

 

Con ese delfín cerca, imagino, 

nuestras charlas se extenderían 

entre hortensias florecidas 

y podríamos pintar 

el más antiguo de los árboles 

que adornaba nuestro valle. 

 

Un ejercicio que nos permitiría 

subirnos a una tortuga para recorrer 

lugares áridos y cálidos.

 

Entonces, ¿por qué nada aparece 

sobre los lugares más lejanos? 

 

Muchas veces pienso que, 

más que nada, quisiera 

echarme en el pasto.

 

Al menos unos instantes.

Y acariciar un perfil 

hasta que el blanco tenga vida.

 

Porque después de la pequeña luz

y del negro inabarcable 

dejaremos de oscilar. 

 

 

 

 

 

 

 

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