Voy a un parque. Sigo en Milán.
La gente y la ciudad parecen en paz.
Es domingo y muchos van y vienen
con bolsas de compras. Me parece
que vivir en la superficie es posible,
que está bien y que podría hacerlo.
Algunas personas pasean sus perros
alrededor mío. Estoy en un banco
contemplando unos árboles.
Después cruzo a un museo donde
soy rechazado porque la persona a cargo
de los cobros ya se ha ido a su casa,
según me explica una señora con firmeza.
Parte de un mundo superficial
que me permite evitar el peso
de la cultura y esas cosas
que son tan hermosas pero que tienden
a una espesura que a veces te entierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario