Me levanto en el medio de la noche.
Estoy en Milán. Llegué durante la tarde.
Afuera está helando. Me pongo entonces
a ver la capa de hielo en los autos.
Afuera no se escucha a nadie.
Solo el vecino de arriba está despierto.
Por desgracia, tiene la tele encendida.
Busco un aparato que debiera tirar aire caliente
para calentarme, pero solo tira aire frío.
Pienso entonces que este Luca que me alquiló
el lugar es una rata y lo veo perfectamente
como una rata. Voy entonces a sentarme
a un sillón y como tantas veces intento
concentrarme solo en lo que veo
y a esperar si se presenta Dios.
Y Dios no me habla
más que a través de mi cabeza
que me repite como otras noches
que todo depende de mí.
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