Nos dedicamos a levantar las hojas
que se desparramaron por el jardín,
en las inmediaciones de un canal
cada vez más desbordado por las lluvias
ocurridas en el norte.
Nuestros hijos se empeñan en ayudarnos.
Vuelvo a recordar los cuadros
que mostraban exóticos animales
purificados por los colores de un atardecer
y busco la época en que la llegada del otoño
nos motivaba a crear un óleo dotado
de una luz capaz de tocar las enormes
hojas de una alocasia.
Debajo, nuestra perra nos esperaba.
Y también estaba un roble
desplomado sobre una calle
apenas iluminada.
Y me busco en esa calle
al lado del tronco,
ansioso por tocarlo.
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