Recuerdo un roble que se desplomó
sobre una calle apenas iluminada.
Y me busco en esa calle, firme,
al lado del tronco, ansioso por tocarlo.
Ese tronco fue incipiente y frágil
y después voluminoso. Pasamos a su lado
muchas veces, ajenos de su presencia.
Hablo de nosotros el día que llegamos
a esta casa expectantes por lo que vendría.
Los desfiles a caballo, los bailes de la mano,
las fuentes rebosantes de agua.
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