Espero en mi balcón
la llegada de un pájaro.
No sé si llegará pronto,
pero confío que si no es así,
seré capaz de volverme un zorro
en viaje por el bosque
hasta encontrar uno.
Y así poder aislar
la tensión del recuerdo específico
y solo y tranquilo, bajo
la copa de un gran árbol,
dejar esa tensión en la forma
de un gran obelisco negro.
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