jueves, 6 de agosto de 2020

Día

Noche ahora. Noche de calor y luna llena.
Noche de silencio también -agradezco eso-.
Una de la mañana y cinco minutos. 
Solo teros, cora rara, a lo lejos. 
No solían sentirse teros durante la noche, 
sí a los perros. Ahora eso ha cambiado.
También cambió el hecho de que esos pájaros negros
tan amigos míos
no vienen más en grupos de hasta cincuenta
a cantar al gran álamo carolino en el fondo.

Y sin embargo las cosas que cargo
por supuesto siguen como para justificar
que algún día no estar más acá 
también será un descanso.

Ayer compré una silla. La elegí porque desde
el momento que me senté en el negocio fui feliz.
Sobre el final me dieron una igual porque la que 
yo me senté era, me dijeron, de exhibición. Hoy volví al negocio
y me llevé la de exhibición. Soy ahora de nuevo un hombre
feliz, sentado, mientras les escribo a ustedes amigos.

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