martes, 11 de agosto de 2020

Un paseo en el campo

Hoy la cosa fue así: agarramos las bicis con mi hijo, fuimos hasta la ruta, la cruzamos, nos echamos en el pasto, vimos una parrilla donde paran mayormente camioneros, vimos mejor y notamos que estaba abierta, nos acercamos, pedimos unas aguas, después unos sandwiches, unos de carne, una buena carne hecha a la parrilla, comimos esos sandwiches en una pequeña mesa bajo el sol, pagamos y seguimos viaje en bici, pasamos por los galpones de las gallinas, los más alejados, los importantes, los grandes y más visibles, se los mostré a mi hijo, la puerta estaba abierta y se veía perfectamente: ahí estaban las pobres gallinas apiñadas en las jaulas, y entonces hablamos de lo inhumano que es tener a los animales como máquinas productivas, y hablamos del hecho de que todo el mundo está en un modo ultraproductivo en donde mandan los números, y después, ya al final del camino, con la alfalfa en los campos, ese verde genial en los costados, y unos cables de alta tensión que atraviesan esos campos hasta perderse en el horizonte, pájaros que pasaban alto por el cielo quién sabe a dónde, un viento fresco y vigoroso sobre un sol también fuerte, concluimos que hay muy poca gente capaz de hacer lo que nosotros estábamos haciendo de la manera que lo estábamos haciendo. Y luego pensamos mejor mejor todo, lo que nosotros somos y tenemos, lo que habíamos hecho para estar ahí, y otras cosas más específicas de nuestras historias, y concluimos que en verdad nadie lo podía hacer de la manera exacta que nosotros lo estábamos haciendo, y nos sentimos muy felices por eso.


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