Los caballos vuelan y te permiten hacer
un montón de poemas. Sobre todo
si tenés una chica y te la podes culear.
Y si hay víboras cerca, la cosa
se anima más. Es como un huracán
lo que pasa. Algo estalla y atraviesa
un montón de hectáreas
con pasturas de miles de años.
Y todo eso deja surcos donde después
pasa el agua, y pronto llegan chimangos
de una dimensión despampanante. Así recuerdo
el campo. Un lugar luminoso incluso
en noches cerradas.
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