Después de un tiempo, lo sé: cada mito se corresponde con una cultura. Cada inmersión se hace a través de coordenadas específicas que repiten un patrón que es humano y, según parece, se acerca a algo que es divino. No puede ser que tanta gente en tiempos tan distintos se saque el sombrero ante un sentimiento que te lleva más allá de lo posible.
Pero ningún espectáculo religioso, ningún discurso, puede acceder al sentimiento por el sólo hecho de ser transitado. Se necesita algo más íntimo.
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jueves, 29 de diciembre de 2011
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