En el sueño eras un pájaro
que iba a cantar a una ventana
que reflejaba el cielo azul, no celeste.
Dos o tres gatos rondaban la galería
con ánimo de hacer daño
y adentro, en el cuarto,
dormía la siesta tu madre.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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