Salgo con mi perra; es casi medianoche. Arriba están las estrellas. Me pongo a mirarlas y a pensar en mi día: trabajo. y a partir de las tres de la tarde, por suerte, tallé una piedra. Pegar y pegar hasta sentir que recibe una furia muy arraigada y la adapta a sus formas. Tiene una total complacencia para lo que necesito liberar, está capacitada para recibirlo y lo hace. Se deja incluso modificar hasta darme algo que creo es su esencia pero es simplemente un reflejo de lo que está en mí. Hasta ese límite llega su capacidad de darme lo que sabe que preciso. Tiene ese don y lo ejerce.
En un momento de la tarde, me eché en el pasto, bajo el sol, cerré los ojos, me puse a escuchar a los pájaros y dejé que viniera el sueño. Imágenes confusas se acercaron. Secuencias que hablan de otras vidas, otras dimensiones y sobre todo de un espacio inaccesible. Me dejé llevar hasta que una bocina en algún lado me despertó. Mejor así: todavía había buena luz. Me levanté para ver el agua en la pileta. Trabajaba el filtro y de ese modo se generaba el rumor qué tanto me sosiega. Agua sobre agua. Esas son las cosas que me gustan y estar con personas que me entienden y a las que yo entiendo. Lo demás son tensiones para justamente poder disfrutar a su debido tiempo de las piedras, el agua, del sol, de esas conexiones con los otros y de los pájaros.
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