martes, 19 de noviembre de 2024

La parte antigua

 

Debajo, noté que el canal seguía agitado por el viento y no sé por qué pensé que mis días siguen los de mis padres, y los de mis padres buscan a mis abuelos. Y me pregunté, como tantas veces, sobre el vínculo verdadero que existe en la línea de los que nacen. Pero es mejor dejar ciertas cuestiones al margen, me dije. No conviene saber tanto. Y se corrieron las nubes, se iluminó primero el agua y después la iglesia. Miré entonces hacia el canal donde supuse que ajenos y mudos nadarían los peces, y en mi cabeza volviste a alejarte sobre los adoquines de la parte antigua. 

 

 

 

 

lunes, 18 de noviembre de 2024

Esa misma noche

 

Esa misma noche, el aire templado, en la noche quieta, ampliaba el canto de los grillos. Los plumerillos casi no se movían y el camino de siempre, de vuelta a casa, en mi cabeza iba hacia un palacio medieval en la montaña. Un castillo que habíamos visitado un verano cercano de la mano. 

domingo, 17 de noviembre de 2024

No hay

 

No hay una forma, ni una idea, 

ni siquiera una estructura,

mucho menos un dogma, 

que explique, justifique, 

o narre en detalle 

lo que nos pasa a cada rato 

en este mundo del universo 

infinito. 


No sabemos casi nada 

de lo poco que alcanzamos a entender 

al aproximarnos al canto de los pájaros.

Apenas que nos alcanza a conmover, 

bajo un árbol de moras, en donde otros 

seres también encuentran placer.


Desde ese sentimiento 

deberíamos crear los cuentos

que ideamos durante noches heladas 

para darle uso al tiempo.




sábado, 16 de noviembre de 2024

Cantos lejanos

 

También en ese tiempo, un día antes al atardecer, vimos una roca, bañada por una lluvia torrencial, resbaladiza y en partes brillante, en el medio de la playa. Se escuchaban cantos lejanos. Benteveos. Había mucha humedad, leo en mi cuaderno; cierta bruma se acercaba. 

 

Sentados en la orilla, veíamos lo que declina del día en las ramas. El río, cada vez más pálido, invitaba a mirarlo. Hablaste de remar por los canales. “Nunca supe dónde acaban”, y comenzaron a cantar las ranas. 

jueves, 14 de noviembre de 2024

Al fin

Mejor dejar que afloren las ideas, me dije.

Mejor que todo es acomode con un título,

porque si encuentro el nombre perfecto para 

lo que quiero contar, todo lo deseado 

se va a ordenar detrás de la potencia

de ese nombre. Pero ese nombre nunca

apareció esa tarde, ni las que siguieron.

Solo volvieron los deseos. Y siempre

los mismos. La necesidad de contar

la sorpresa que genera la existencia. 

Pero eso es muy difícil, me dije al fin.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Al despertar

 

Al despertar, gracias al ruido de la lluvia, las tensiones se habían aplacado: el agua adquiría un sentido renovador y ya no me importaban las inquietantes manchas de petróleo en la arena que descubrí en mi infancia en la playa donde íbamos los veranos. Las manchas se debían al derrame que había sufrido un barco petrolero a pocos kilómetros de la costa. O eso al menos me había dicho mi abuelo. Llevará mucho tiempo para que desaparezcan las manchas, dijo con solemnidad. Pero en ese momento, en mi sueño, llovía, y las gotas, millones, suaves, limpiaban en segundos las manchas. 

 

A esas gotas tan preciadas, las sentía en el techo de chapa. Gotas que con sus golpes me invitaban a permanecer concentrado hasta escuchar a lo lejos un zorzal. Por sobre todo porque, de ese modo, pensaba, podría olvidar que de los infortunios hice un compendio de temores que me ataron a un palenque y que desde entonces mi salvación sería salir de ahí.

martes, 12 de noviembre de 2024

Esa misma noche

 

Esa misma noche, por lo que dice mi cuaderno, tuve un sueño extraño. Junto a la pileta, con tu bikini blanca puesta, rodeada de una bruma incipiente, en una reposera, mientras sobre tu cabeza el viento movía las ramas del sauce, me mirabas. Lo más lindo era que no había en tu cara una sola imperfección, pero tampoco un aire de soberbia. 

 

La parte antigua

  Debajo, noté que el canal seguía agitado por el viento y no sé por qué pensé que mis días siguen los de mis padres, y los de mis padres bu...