Te oscurecés junto a la luz, me rozás,
y una vez encima volvés a demostrarme
la capacidad que tiene.
Después, en fila, cuando el sol se eleve
retornaremos a nuestros puestos.
Trabajo por unos pesos, tengo una
Kawasaki y a la tarde, acostado,
miro las nubes.
Hace rato escuché algo.
A veces pasa, aunque nunca
lo comento.
Hoy escuché: no te hamaques
en algo extraño. Pero esta noche
nada de lo que puedan decir
evitará mi función sobre una alfombra
con caballos azules y dorados
que impecables levantan vuelo.
lunes, 25 de julio de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Cuando apareció la primera estrella
Esos días tus padres volvían a organizar los tés de invierno con la chimenea prendida. Supongo que para imitar a tus abuelos cuando hace t...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
No hay comentarios:
Publicar un comentario