miércoles, 20 de julio de 2011

Una estrella que guía

Después del sueño estaba seguro que pronto me encontraría a Hugo Ángel Tordelli. Y así fue. Ocurrió en un acto en la Anses vinculado a la entrega de notebooks. Se sabe: el organismo está cooptado por gente oriunda de la UCEDÉ. De manera que el colorido que le daban los jóvenes de la Cámpora contrastaba con las corbatas relucientes y las camisas con gemelos de los jóvenes que hoy regentean cifras incomunesurables en provecho de la Administración. Bueno, el caso es que entre las banderas, los cánticos y la gente exaltada por el único proyecto político que tiene la bondad de considerarse un modelo, estaba mi amigo. Tranquilo, casi sonriente, como un buda auténtico descendido en la furia. Y así descollaba. Transmitía paz, lujos espirituales, verdaderas contemplaciones que trascienden los momentos pero se nutren cien por ciento de ellos. Levanté la mano para saludarlo, y enseguida asintió. Me había visto. Fue el 13 de julio pasado.

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Sueño

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