Los árboles alojan posibilidades y después las ofrecen a los
que pasan, y en ese andar reciben mensajes que los motivan
de manera insospechada a formular vínculos que, como vimos,
parten del paisaje y pasa a los hombres. Esos vínculos determinan
el mundo, lo amoldan, y él echa raíces para que todo funcione
en formas provenientes de una energía que en sí tiene voluntad
de expansión para enseguida agotarse en un canto, la esencia
de la vida en la tierra porque fomenta el acercamiento al cielo,
el punto misterioso y anhelado que jamás será obtenido
en la medida que es una fantasía y, como tal, caería en el enorme
desierto que habita el centro de todo lo conocido.
jueves, 9 de agosto de 2012
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