Se encienden los faroles de la antigua
china. Las palabras son hermosas
cuando están bien dichas.
Pero casi nunca están bien dichas.
Los pájaros pasan arriba, ya casi anochece
y los búhos también salen de sus cuevas para posarse
en los árboles. Es su turno, pensás,
cada vez más cansado de la imposibilidad
de estructurar un dibujo que valga.
Por empezar dinero, esa energía que te carga
de un prestigio cercano a las fuentes romanas más espléndidas.
Te acordás entonces de Bernini, y de algunos otros grandes
genios que trabajaban vaya a saber uno cómo.
La alfalfa a tus pies está cada vez más hermosa.
También los hormigueros. Están cada vez más grandes.
Y la grandiosidad del verde los hermosea.
Pasa lo contrario que con los tumores.
Así son las cosas, hay cosas que crecen para bien
y otras que crecen para mal. Y así con todo.
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