Ese complicado esquema que te asalta
por la noche, cuando los bandidos salen
por las periferias en busca de cosas jugosas
y vos te conformás con la carroña
que depositaron en un tiempo ya muy lejano
los ángeles renacentistas que andaban
conducidos por un Santo sin nombre.
La brazos no hay que bajarlos, te repetís.
Pero la aurora queda aún en un lugar
también triste y lleno de latas de pinturas
sin abrir. ¿Estás a la espera de un pintor tal vez?
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sábado, 22 de noviembre de 2014
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